Una esperanza viva
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Primera epÃstola de San Pedro > Una esperanza viva (60:1:3 - 60:1:12)
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos;
para una herencia incorruptible, incontaminable e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros
que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación preparada para ser revelada en el tiempo final.
En esto os alegráis, a pesar de que por ahora, si es necesario, estéis afligidos momentáneamente por diversas pruebas,
para que la prueba de vuestra fe—más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego— sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo.
A él le amáis, sin haberle visto. En él creéis; y aunque no lo veáis ahora, creyendo en él os alegráis con gozo inefable y glorioso,
obteniendo asà el fin de vuestra fe, la salvación de vuestras almas.
Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para vosotros.
Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el EspÃritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo las aflicciones que habÃan de venir a Cristo y las glorias después de ellas.
A ellos les fue revelado que, no para sà mismos sino para vosotros, administraban las cosas que ahora os han sido anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el EspÃritu Santo enviado del cielo; cosas que hasta los ángeles anhelan contemplar.