Imagen Primer discurso de Pedro 1
Enviado por eliana
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Hechos > Primer discurso de Pedro (44:2:14 - 44:2:42)
Entonces Pedro se puso de pie con los once, levantó la voz y les declaró: —Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea conocido esto a vosotros, y prestad atención a mis palabras.
Porque éstos no están embriagados, como pensáis, pues es solamente la tercera hora del dÃa.
Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:
Sucederá en los últimos dÃas, dice Dios, que derramaré de mi EspÃritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.
De cierto, sobre mis siervos y mis siervas en aquellos dÃas derramaré de mi EspÃritu, y profetizarán.
Daré prodigios en el cielo arriba, y señales en la tierra abajo: sangre, fuego y vapor de humo.
El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el dÃa del Señor, grande y glorioso.
Y sucederá que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo.
Hombres de Israel, oÃd estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante vosotros con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis.
A éste, que fue entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de Dios, vosotros matasteis clavándole en una cruz por manos de inicuos.
A él, Dios le resucitó, habiendo desatado los dolores de la muerte; puesto que era imposible que él quedara detenido bajo su dominio.
Porque David dice de él: VeÃa al Señor siempre delante de mÃ, porque está a mi derecha, para que yo no sea sacudido.
Por tanto, se alegró mi corazón, y se gozó mi lengua; y aun mi cuerpo descansará en esperanza.
Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de alegrÃa con tu presencia.
Hermanos, os puedo decir confiadamente que nuestro padre David murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el dÃa de hoy.
Siendo, pues, profeta y sabiendo que Dios le habÃa jurado con juramento que se sentarÃa sobre su trono uno de su descendencia,
y viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo: que no fue abandonado en el Hades, ni su cuerpo vio corrupción.
¡A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
Asà que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del EspÃritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oÃs.
Porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice: El Señor dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”
Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de Israel, que a este mismo Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: —ArrepentÃos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del EspÃritu Santo.
Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: —¡Sed salvos de esta perversa generación!
Asà que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel dÃa como tres mil personas.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones.