Llamamiento a una vida santa
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Primera epÃstola de San Pedro > Llamamiento a una vida santa (60:1:13 - 60:2:3)
Por eso, con la mente preparada para actuar y siendo sobrios, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que os es traÃda en la revelación de Jesucristo.
Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones que antes tenÃais, estando en vuestra ignorancia.
Antes bien, asà como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir,
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Y si invocáis como Padre a aquel que juzga según la obra de cada uno sin hacer distinción de personas, conducÃos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación.
Tened presente que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual heredasteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
El, a la verdad, fue destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por causa de vosotros.
Por medio de él creéis en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y le ha dado gloria; de modo que vuestra fe y esperanza estén en Dios.
Habiendo purificado vuestras almas en obediencia a la verdad para un amor fraternal no fingido, amaos los unos a los otros ardientemente y de corazón puro;
pues habéis nacido de nuevo, no de simiente corruptible sino de incorruptible, por medio de la palabra de Dios que vive y permanece.
Porque: Toda carne es como la hierba, y toda su gloria es como la flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;
pero la palabra del Señor permanece para siempre. Esta es la palabra del evangelio que os ha sido anunciada.
Habiendo pues dejado toda maldad, todo engaño, hipocresÃa, envidia y toda maledicencia,
desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación;
puesto que habéis probado que el Señor es bondadoso.