Epístolas

Juzgando al hermano

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de Santiago > Juzgando al hermano (59:4:11 - 59:4:12)

Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano o juzga a su hermano habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, entonces no eres hacedor de la ley, sino juez.

Hay un solo Dador de la ley y Juez, quien es poderoso para salvar y destruir. Pero ¿quién eres tú que juzgas a tu prójimo?

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No os gloriéis del día de mañana

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de Santiago > No os gloriéis del día de mañana (59:4:13 - 59:4:17)

¡Vamos pues ahora los que decís: “Hoy o mañana iremos a tal ciudad, estaremos allá un año y haremos negocios y ganaremos”!

Vosotros, los que no sabéis lo que será mañana, ¿qué es vuestra vida? Porque sois un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.

Más bien, deberíais decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.”

Pero ahora os jactáis en vuestra soberbia. Toda jactancia de esta clase es mala.

Por tanto, al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, eso le es pecado.

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Contra los ricos opresores

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de Santiago > Contra los ricos opresores (59:5:1 - 59:5:6)

¡Vamos pues ahora, oh ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros.

Vuestras riquezas se han podrido, y vuestras ropas están comidas de polilla.

Vuestro oro y plata están enmohecidos; su moho servirá de testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como fuego. ¡Habéis amontonado tesoros en los últimos días!

He aquí clama el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que fraudulentamente ha sido retenido por vosotros. Y los clamores de los que segaron han llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos.

Habéis vivido en placeres sobre la tierra y habéis sido disolutos. Habéis engordado vuestro corazón en el día de matanza.

Habéis condenado y habéis dado muerte al justo. El no os ofrece resistencia.

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Sed pacientes y orad

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de Santiago > Sed pacientes y orad (59:5:7 - 60:1:2)

Por lo tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. He aquí, el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que reciba las lluvias tempranas y tardías.

Tened también vosotros paciencia; afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.

Hermanos, no murmuréis unos contra otros, para que no seáis condenados. ¡He aquí, el Juez ya está a las puertas!

Hermanos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor.

He aquí, tenemos por bienaventurados a los que perseveraron. Habéis oído de la perseverancia de Job y habéis visto el propósito final del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso.

Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento. Más bien, sea vuestro sí, sí; y vuestro no, no; para que no caigáis bajo condenación.

¿Está afligido alguno entre vosotros? ¡Que ore! ¿Está alguno alegre? ¡Que cante salmos!

¿Está enfermo alguno de vosotros? Que llame a los ancianos de la iglesia y que oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.

Y la oración de fe dará salud al enfermo, y el Señor lo levantará. Y si ha cometido pecados, le serán perdonados.

Por tanto, confesaos unos a otros vuestros pecados, y orad unos por otros de manera que seáis sanados. La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho.

Elías era un hombre sujeto a pasiones, igual que nosotros, pero oró con insistencia para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.

Y oró de nuevo, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

Hermanos míos, si alguno entre vosotros es engañado, desviándose de la verdad, y otro le hace volver,

sabed que el que haga volver al pecador del error de su camino salvará su vida de la muerte, y cubrirá una multitud de pecados.

Pedro, apóstol de Jesucristo; a los expatriados de la dispersión en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

elegidos conforme al previo conocimiento de Dios Padre por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: Gracia y paz os sean multiplicadas.

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Una esperanza viva

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pedro > Una esperanza viva (60:1:3 - 60:1:12)

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos;

para una herencia incorruptible, incontaminable e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros

que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación preparada para ser revelada en el tiempo final.

En esto os alegráis, a pesar de que por ahora, si es necesario, estéis afligidos momentáneamente por diversas pruebas,

para que la prueba de vuestra fe—más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego— sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo.

A él le amáis, sin haberle visto. En él creéis; y aunque no lo veáis ahora, creyendo en él os alegráis con gozo inefable y glorioso,

obteniendo así el fin de vuestra fe, la salvación de vuestras almas.

Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para vosotros.

Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas.

A ellos les fue revelado que, no para sí mismos sino para vosotros, administraban las cosas que ahora os han sido anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas que hasta los ángeles anhelan contemplar.

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