Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Segunda epÃstola de San Pedro > Testigos presenciales de la gloria de Cristo (61:1:16 - 61:1:21)
Porque os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas artificiosas, sino porque fuimos testigos oculares de su majestad.
Porque al recibir de parte de Dios Padre honra y gloria, desde la grandiosa gloria le fue dirigida una voz: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Y nosotros oÃmos esta voz dirigida desde el cielo cuando estábamos con él en el monte santo.
También tenemos la palabra profética que es aun más firme. Hacéis bien en estar atentos a ella, como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que aclare el dÃa y el lucero de la mañana se levante en vuestros corazones.
Y hay que tener muy en cuenta, antes que nada, que ninguna profecÃa de la Escritura es de interpretación privada;
porque jamás fue traÃda la profecÃa por voluntad humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el EspÃritu Santo.
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