Los dos testigos
Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > El Apocalipsis de San Juan > Los dos testigos (66:11:1 - 66:11:14)
Entonces me fue dada una caña, semejante a una vara de medir, y se me dijo: “Levántate y mide el templo de Dios y el altar, y a los que en él adoran.
Y deja aparte el atrio de afuera del templo. Y no lo midas, porque ha sido dado a los gentiles, y ellos pisotearán la ciudad santa por cuarenta y dos meses.
Yo mandaré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por 1.260 dÃas, vestidos de cilicio.
Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.
Si alguien les quiere dañar, fuego sale de la boca de ellos y devora a sus enemigos. Cuando alguien les quiera hacer daño, tiene que morir de esta manera.
Ellos tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no caiga lluvia durante los dÃas de su profecÃa; y tienen poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
Cuando hayan concluido su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará.
Y sus cadáveres estarán en la plaza de la gran ciudad que simbólicamente es llamada Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos.
Y por tres dÃas y medio, la gente de los pueblos y de las razas y de las lenguas y de las naciones miran sus cadáveres; y no permiten que sus cadáveres sean puestos en sepulcros.
Y los habitantes de la tierra se gozan sobre ellos y se alegran. Y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas habÃan sido un tormento para los habitantes de la tierra.
Después de los tres dÃas y medio el aliento de vida enviado por Dios entró en ellos, y se levantaron sobre sus pies. Y un gran temor cayó sobre los que los veÃan.
Oyeron una gran voz del cielo que les decÃa: “¡Subid acá!” Y subieron al cielo en la nube, y sus enemigos los vieron.
Y en aquella hora se produjo un gran terremoto, y cayó la décima parte de la ciudad. Murieron por el terremoto 7.000 hombres, y los demás estaban aterrorizados y dieron gloria al Dios del cielo.
Ha pasado el segundo ay. He aquà el tercer ay viene pronto.