Complot contra Pablo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Complot contra Pablo (44:23:12 - 44:23:22)

Cuando llegó el día, los judíos tramaron un complot y se juraron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran dado muerte a Pablo.

Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración.

Ellos fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos, y les dijeron: —Nosotros hemos jurado bajo maldición, que no gustaremos nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.

Ahora, pues, vosotros con el Sanedrín solicitad al tribuno que le saque mañana a vosotros, como si tuvierais que investigar su caso con más exactitud. Pero nosotros estaremos preparados para matarle antes que él llegue.

Pero el hijo de la hermana de Pablo oyó hablar de la emboscada. El fue, entró en la fortaleza y se lo informó a Pablo.

Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo: —Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que comunicarle.

Entonces él le tomó, le llevó al tribuno y le dijo: —El preso Pablo me llamó y me rogó que trajera este joven a ti, porque tiene algo que decirte.

El tribuno le tomó de la mano, y llevándolo aparte le preguntó en privado: —¿Qué es lo que tienes que decirme?

Y él dijo: —Los judíos han acordado rogarte que mañana saques a Pablo al Sanedrín, como si fueran a indagar algo más exacto acerca de él.

Pues tú, no les creas, porque más de cuarenta hombres de ellos le están preparando una emboscada. Se han jurado bajo maldición que no comerán ni beberán hasta que le hayan asesinado. Ahora están listos, esperando una promesa de parte tuya.

Luego el tribuno despidió al joven encargándole: —No digas a nadie que me has informado de esto.




Pablo es enviado a Félix el gobernador

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo es enviado a Félix el gobernador (44:23:23 - 44:23:35)

Entonces el tribuno llamó a dos de los centuriones y dijo: —Para la tercera hora de la noche, preparad

soldados, más 70 de caballería y 200 lanceros para que vayan a Cesarea.

A la vez, ordenó que proveyeran cabalgaduras para que Pablo montara, y le llevasen a salvo al procurador Félix.

También escribió una carta en estos términos:

Claudio Lisias, al excelentísimo procurador Félix. Saludos.

Cuando este hombre fue prendido por los judíos y estaba a punto de ser muerto por ellos, yo le rescaté acudiendo con la tropa, habiendo entendido que era romano.

Queriendo saber el delito por el cual le acusaban, le hice bajar al Sanedrín de ellos.

Hallé que era acusado de cuestiones de la ley de ellos, pero sin ninguna acusación de crimen digno de muerte o de prisión.

Pero como se me informó que habría un complot contra el hombre, inmediatamente le envié a ti y he informado también a sus acusadores que declaren delante de ti lo que tienen contra él.

Por tanto, de acuerdo con las órdenes que habían recibido, los soldados tomaron a Pablo y le llevaron de noche a Antípatris.

Y al día siguiente, dejando que la caballería siguiera con él, regresaron a la fortaleza.

Después de llegar a Cesarea y entregar la carta al procurador, presentaron también a Pablo delante de él.

El procurador leyó la carta y le preguntó de qué provincia era. Informado que era de Cilicia, dijo:

—Oiré tu causa cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le guardaran en el Pretorio de Herodes.




Defensa de Pablo ante Félix

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Defensa de Pablo ante Félix (44:24:1 - 44:24:27)

Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un orador, un cierto Tértulo. Ellos comparecieron delante del procurador contra Pablo.

Y al ser llamado éste, Tértulo comenzó a acusarle diciendo: —Puesto que gozamos de mucha paz, gracias a ti, y se están realizando reformas en beneficio de esta nación debido a tu prudencia,

oh excelentísimo Félix, siempre y en todo lugar lo aceptamos con toda gratitud.

Pero para no molestarte más largamente, te ruego que nos escuches brevemente, conforme a tu equidad.

Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y es promotor de sediciones entre los judíos de todo el mundo y cabecilla de la secta de los nazarenos.

Intentó también profanar el templo, pero le prendimos. Nosotros quisimos juzgarle conforme a nuestra ley.

Pero intervino el tribuno Lisias y con gran violencia le quitó de nuestras manos,

mandando a sus acusadores que se presenten delante de ti. Al examinarle, tú mismo podrás saber todas estas cosas de las que le acusamos.

También los judíos lo confirmaban, alegando que estas cosas eran así.

Entonces, cuando el procurador le dio señal para hablar, Pablo contestó: —Sabiendo que por muchos años has sido juez de esta nación, con confianza expondré mi defensa.

Tú puedes cerciorarte de que no hace más de doce días que subí a Jerusalén para adorar.

No me hallaron disputando con nadie en el templo, ni provocando tumultos del pueblo, ni en las sinagogas ni en la ciudad.

Tampoco pueden ellos comprobarte las cosas de las que ahora me acusan.

Sin embargo, te confieso esto: que sirvo al Dios de mis padres conforme al Camino que ellos llaman secta, creyendo todo lo que está escrito en la Ley y en los Profetas.

Tengo esperanza en Dios, la cual ellos mismos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los justos y de los injustos.

Y por esto yo me esfuerzo siempre por tener una conciencia sin remordimiento delante de Dios y los hombres.

Pasados muchos años, vine para presentar donativos y ofrendas a mi nación.

Mientras hacía esto, unos judíos de Asia me hallaron purificado en el templo (no en tumulto ni con alboroto).

Ellos deberían comparecer delante de ti y traer acusaciones, si es que tienen algo contra mí.

O que digan éstos mismos qué delito hallaron cuando comparecí ante el Sanedrín,

salvo que cuando estuve entre ellos lancé este grito: “¡Con respecto a la resurrección de los muertos yo soy juzgado hoy por vosotros!”

Entonces Félix, estando bien informado acerca de este Camino, les aplazó diciendo: —Cuando venga el tribuno Lisias, examinaré vuestro caso.

Dio órdenes al centurión de que Pablo fuese custodiado, pero que tuviera algunos privilegios y que no se impidiese a ninguno de los suyos atenderle.

Algunos días después, vino Félix con Drusila su esposa, que era judía. Mandó traer a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Cristo Jesús.

Cuando Pablo disertaba de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se llenó de miedo y respondió: —Por ahora, vete; pero cuando tenga oportunidad, te llamaré.

A la vez, Félix esperaba también que se le diera algún dinero de parte de Pablo. Por eso le hacía venir con frecuencia y hablaba con él.

Pero al cabo de dos años, Félix recibió como sucesor a Porcio Festo, y queriéndose congraciar con los judíos, Félix dejó preso a Pablo.




Pablo apela a César

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo apela a César (44:25:1 - 44:25:12)

Tres días después de haber asumido el mando de la provincia, Festo subió de Cesarea a Jerusalén.

Entonces los principales sacerdotes y los dirigentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaban

pidiendo contra él, el favor de que le hiciese traer a Jerusalén. Mientras tanto, ellos preparaban una emboscada para asesinarle en el camino.

Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, y que en breve él mismo partiría para allá.

Dijo: —Los que puedan de entre vosotros desciendan conmigo; y si hay alguna falta en este hombre, acúsenle.

Después de detenerse entre ellos no más de ocho o diez días, descendió a Cesarea; y al día siguiente, se sentó en el tribunal y mandó que Pablo fuese traído.

Cuando llegó, le rodearon los judíos que habían descendido de Jerusalén, haciendo muchas y graves acusaciones contra él, las cuales no podían probar;

mientras que Pablo decía en su defensa: —En nada he pecado, ni contra la ley de los judíos, ni contra el pueblo, ni contra el César.

Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondió a Pablo y dijo: —¿Quieres subir a Jerusalén para ser juzgado allí delante de mí acerca de estas cosas?

Pablo respondió: —Ante el tribunal del César estoy, donde me corresponde ser juzgado. A los judíos no he hecho ninguna injusticia, como tú muy bien lo sabes.

Si estoy haciendo alguna injusticia o si he hecho alguna cosa digna de muerte, no rehúso morir; pero si no hay nada de cierto en las cosas de las que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. Yo apelo al César.

Entonces Festo, habiendo consultado con el consejo, respondió: —Al César has apelado. ¡Al César irás!




Pablo ante Agripa y Berenice

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo ante Agripa y Berenice (44:25:13 - 44:25:27)

Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice fueron a Cesarea para saludar a Festo.

Como pasaban allí muchos días, Festo presentó al rey el caso de Pablo, diciendo: —Hay cierto hombre que ha sido dejado preso por Félix,

con respecto a quien se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos cuando subí a Jerusalén, pidiendo sentencia contra él.

A ellos les respondí que no es costumbre de los romanos entregar a ningún hombre antes que el acusado tenga presentes a sus acusadores y tenga oportunidad de hacer su defensa contra la acusación.

Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna demora, al día siguiente, me senté en el tribunal y mandé traer al hombre.

Pero cuando se presentaron los acusadores, no trajeron ninguna acusación con respecto a él, de los crímenes que yo sospechaba.

Solamente tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su propia religión y de un cierto Jesús, ya fallecido, de quien Pablo afirmaba que está vivo.

Yo, vacilante con semejante caso, le preguntaba si quería ir a Jerusalén y ser juzgado por estas cosas allí.

Pero como Pablo apeló a quedar bajo custodia para la decisión de Augusto, mandé que le guardasen hasta que yo le enviara al César.

Entonces Agripa dijo a Festo: —Yo también quisiera oír al hombre. Y él dijo: —Mañana le oirás.

Así que al día siguiente vinieron Agripa y Berenice con mucha pompa, y después que entraron en la sala de audiencias con los tribunos y los principales de la ciudad, fue traído Pablo por mandato de Festo.

Entonces Festo dijo: —Rey Agripa, y todos los hombres aquí presentes con nosotros: Mirad a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén como aquí, clamando a gritos que él no debe vivir más.

Pero yo hallé que él no había hecho ninguna cosa digna de muerte, y habiendo apelado él mismo a Augusto, he determinado enviarle.

Pero no tengo nada de cierto que escribir a mi señor acerca de él. Por esto le he traído ante vosotros, y especialmente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, yo tenga algo que escribir.

Porque me parece cosa no razonable enviar un preso sin indicar también las acusaciones contra él.