Defensa de Pablo ante el pueblo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Defensa de Pablo ante el pueblo (44:21:37 - 44:22:5)

Cuando ya iba a ser metido en la fortaleza, Pablo dijo al tribuno: —¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: —¿Sabes griego?

Entonces, ¿no eres tú aquel egipcio que provocó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto a cuatro mil hombres de los asesinos?

Entonces dijo Pablo: —A la verdad, yo soy judío, ciudadano de Tarso de Cilicia, una ciudad no insignificante. Y te ruego, permíteme hablar al pueblo.

Como él se lo permitió, Pablo, de pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Hecho un profundo silencio, comenzó a hablar en hebreo diciendo:

—Hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.

Cuando oyeron que Pablo les hablaba en lengua hebrea, guardaron aun mayor silencio. Entonces dijo:

—Soy un hombre judío, nacido en Tarso de Cilicia pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la estricta observancia de la ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios como lo sois todos vosotros hoy.

Yo perseguí este Camino hasta la muerte, tomando presos y entregando a las cárceles a hombres y también a mujeres,

como aun el sumo sacerdote me es testigo, y todos los ancianos de quienes también recibí cartas para los hermanos. Y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén a los que estaban allí, para que fuesen castigados.




Pablo relata su conversión

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo relata su conversión (44:22:6 - 44:22:16)

Pero me sucedió, cuando viajaba y llegaba cerca de Damasco, como a mediodía, que de repente me rodeó de resplandor una gran luz del cielo.

Yo caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”

Entonces yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.”

A la verdad, los que estaban conmigo vieron la luz, pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.

Yo dije: “¿Qué haré, Señor?” Y el Señor me dijo: “Levántate y vé a Damasco, y allí se te dirá todo lo que te está ordenado hacer.”

Como no podía ver a causa del resplandor de aquella luz, fui guiado de la mano por los que estaban conmigo, y entré en Damasco.

Entonces un tal Ananías, hombre piadoso conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que moraban allí,

vino a mí y puesto de pie me dijo: “Hermano Saulo, recibe la vista.” Y yo le vi en aquel instante.

Y él me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha designado de antemano para que conozcas su voluntad y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.

Porque serás testigo suyo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”




Pablo es enviado a los gentiles

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo es enviado a los gentiles (44:22:17 - 44:22:21)

Entonces, cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el templo, sucedió que caí en éxtasis

y vi al Señor que me decía: “Date prisa y sal de inmediato de Jerusalén, porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.”

Y yo dije: “Señor, ellos saben bien que yo andaba encarcelando y azotando a los que creían en ti en todas las sinagogas;

y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo también estaba presente, aprobaba su muerte y guardaba la ropa de los que le mataban.”

Pero él me dijo: “Anda, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles.”




Pablo en manos del tribuno

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo en manos del tribuno (44:22:22 - 44:22:29)

Le escucharon hasta esta palabra. Entonces alzaron la voz diciendo: —¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva!

Como ellos daban voces, arrojaban sus ropas y echaban polvo al aire,

el tribuno mandó que metieran a Pablo en la fortaleza y ordenó que le sometieran a interrogatorio mediante azotes, para saber por qué causa daban voces así contra él.

Pero apenas lo estiraron con las correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: —¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano que no ha sido condenado?

Cuando el centurión oyó esto, fue e informó al tribuno diciendo: —¿Qué vas a hacer? Pues este hombre es romano.

Vino el tribuno y le dijo: —Dime, ¿eres tú romano? Y él dijo: —Sí.

El tribuno respondió: —Yo logré esta ciudadanía con una gran suma. Entonces Pablo dijo: —Pero yo la tengo por nacimiento.

Así que, en seguida se retiraron de él los que le iban a interrogar. También el tribuno tuvo temor cuando supo que Pablo era ciudadano romano y que le había tenido atado.




Pablo ante el concilio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Hechos > Pablo ante el concilio (44:22:30 - 44:23:11)

Al día siguiente, queriendo saber con certeza la verdadera razón por la que era acusado por los judíos, le desató y mandó reunir a todos los principales sacerdotes y a todo el Sanedrín de ellos. Y sacando a Pablo, lo presentó delante de ellos.

Entonces Pablo, fijando la vista en el Sanedrín, dijo: —Hermanos, yo he vivido delante de Dios con toda buena conciencia hasta el día de hoy.

Y el sumo sacerdote Ananías mandó a los que estaban a su lado, que le golpeasen en la boca.

Entonces Pablo dijo: —¡Dios te ha de golpear a ti, pared blanqueada! Tú estás sentado para juzgarme conforme a la ley; y quebrantando la ley, ¿mandas que me golpeen?

Los que estaban presentes le dijeron: —¿Insultas tú al sumo sacerdote de Dios?

Y Pablo dijo: —No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás al gobernante de tu pueblo.

Entonces Pablo, sabiendo que una parte del Sanedrín eran saduceos y la otra parte fariseos, gritó en el Sanedrín: —Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Es por la esperanza y la resurrección de los muertos que soy juzgado.

Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos. La asamblea se dividió,

porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espíritus; pero los fariseos afirman todas estas cosas.

Se levantó un gran vocerío, y algunos de los escribas del partido de los fariseos se levantaron y contendían diciendo: —No hallamos ningún mal en este hombre. ¿Y qué hay si un espíritu o un ángel le ha hablado?

Como hubo grande disensión, el tribuno, temiendo que Pablo fuese despedazado, mandó a los soldados que bajaran para arrebatarlo de en medio de ellos y llevarlo a la fortaleza.

A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: “Sé valiente, Pablo, pues así como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.”