Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Exhortación a alabar a Dios con instrumentos de música (19:150:1 - 20:31:31)
¡Aleluya! ¡Alabad a Dios en su santuario! ¡Alabadle en su poderoso firmamento!
¡Alabadle por sus proezas! ¡Alabadle por su inmensa grandeza!
¡Alabadle con toque de corneta! ¡Alabadle con lira y arpa!
¡Alabadle con panderos y danza! ¡Alabadle con instrumentos de cuerda y flauta!
¡Alabadle con címbalos resonantes! ¡Alabadle con címbalos de júbilo!
¡Todo lo que respira alabe a Jehovah! ¡Aleluya!
para que vea el bien de tus escogidos, para que me alegre con la alegría de tu pueblo, para que me gloríe con tu heredad.
Los libró del enemigo; los rescató de mano del adversario.
El les dio lo que pidieron, pero envió a sus almas debilidad.
Así cambiaron su gloria por la de un toro que come hierba.
Más bien, murmuraron en sus tiendas y no escucharon la voz de Jehovah.
Entonces se levantó Fineas y ejecutó juicio, y se detuvo la mortandad.
Más bien, se mezclaron con gentiles, y aprendieron sus obras.
Por tanto, la ira de Jehovah se encendió contra su pueblo, y abominó su heredad.
Se acordó de su pacto con ellos, y se compadeció conforme a su gran compasión.
A Jehovah invoqué desde la angustia, y Jehovah me respondió poniéndome en lugar espacioso.
Todas las naciones me rodearon; en el nombre de Jehovah yo las destruiré.
¡Voz de júbilo y de salvación hay en las moradas de los justos! ¡La diestra de Jehovah hace proezas!
Esta es la puerta de Jehovah; por ella entrarán los justos.
¡Oh Jehovah, sálvanos, por favor! ¡Oh Jehovah, haznos prosperar!
No sea que bebiendo olviden lo que se ha decretado y perviertan el derecho de todos los afligidos.
Dad licor al que va a perecer, y vino a los de ánimo amargado.
Beban y olvídense de su necesidad, y no se acuerden más de su miseria.
Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desafortunados.
Abre tu boca, juzga con justicia y defiende al pobre y al necesitado.
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su valor sobrepasa a las perlas.
Confía en ella el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias.
Le recompensará con bien y no con mal, todos los días de su vida.
Busca lana y lino y con gusto teje con sus manos.
Es como un barco mercante que trae su pan de lejos.
Se levanta siendo aún de noche, y da de comer a su familia y su diaria ración a sus criadas.
Evalúa un campo y lo compra, y con sus propias manos planta una viña.
Ciñe su cintura con firmeza y esfuerza sus brazos.
Comprueba que le va bien en el negocio, y no se apaga su lámpara en la noche.
Su mano aplica a la rueca, y sus dedos toman el huso.
Sus manos extiende al pobre y tiende sus manos al necesitado.
No teme por su familia a causa de la nieve, porque toda su familia está vestida de ropa doble.
Tapices hace para sí, y se viste de lino fino y púrpura.
Es conocido su marido en las puertas de la ciudad, cuando se sienta con los ancianos del país.
Telas hace y las vende; entrega cintas al mercader.
Fuerza y honor son su vestidura, y se ríe de lo porvenir.
Su boca abre con sabiduría, y la ley de la misericordia está en su lengua.
Considera la marcha de su casa y no come pan de ociosidad.
Se levantan sus hijos y le llaman: “Bienaventurada.” Y su marido también la alaba:
“Muchas mujeres han hecho el bien, pero tú sobrepasas a todas.”
Engañosa es la gracia y vana es la hermosura; la mujer que teme a Jehovah, ella será alabada.
¡Dadle del fruto de sus manos, y en las puertas de la ciudad alábenla sus hechos!