Dios cuida de su creación

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Dios cuida de su creación (19:104:1 - 19:104:35)

¡Bendice, alma mía, a Jehovah! Jehovah, Dios mío, ¡qué grande eres! Te has vestido de gloria y de esplendor.

Tú eres el que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una tienda,

que construye sus altas moradas sobre las aguas, que hace de las nubes su carroza, que anda sobre las alas del viento,

que hace a los vientos sus mensajeros, y a las llamas de fuego sus servidores.

El fundó la tierra sobre sus cimientos; no será jamás removida.

Con el océano como con vestido la cubriste; sobre las montañas estaban las aguas.

A tu reprensión huyeron; se apresuraron al sonido de tu trueno.

Subieron las montañas; descendieron los valles al lugar que tú estableciste para ellos.

Les pusiste un límite, el cual no traspasarán, ni volverán a cubrir la tierra.

Tú eres el que vierte los manantiales en los arroyos; corren entre las colinas.

Dan de beber a todos los animales del campo; los asnos monteses mitigan su sed.

Junto a ellos habitan las aves del cielo, y trinan entre las ramas.

Tú das de beber a las montañas desde tus altas moradas; del fruto de tus obras se sacia la tierra.

Haces producir el pasto para los animales y la vegetación para el servicio del hombre, a fin de sacar de la tierra el alimento:

el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace lucir su rostro, y el pan que sustenta el corazón del hombre.

Se llenan de savia los árboles de Jehovah; los cedros del Líbano, que él plantó.

Allí anidan las aves; en sus copas hace su nido la cigüeña.

Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas, para las madrigueras de los conejos.

Tú eres el que hizo la luna para las estaciones; el sol conoce su ocaso.

Pones las tinieblas, y es de noche; en ella corretean todos los animales silvestres.

Los leones rugen por la presa y reclaman a Dios su comida.

Sale el sol; se recogen y se echan en sus cuevas.

Sale el hombre a su labor, y a su labranza hasta el anochecer.

¡Cuán numerosas son tus obras, oh Jehovah! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas.

Este es el mar grande y ancho, en el cual hay peces sin número, animales grandes y pequeños.

Sobre él van los navíos; allí está el Leviatán que hiciste para que jugase en él.

Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.

Tú les das, y ellos recogen; abres tu mano, y se sacian del bien.

Escondes tu rostro, y se desvanecen; les quitas el aliento, y dejan de ser. Así vuelven a ser polvo.

Envías tu hálito, y son creados; y renuevas la superficie de la tierra.

¡Sea la gloria de Jehovah para siempre! Alégrese Jehovah en sus obras.

El mira la tierra, y ella tiembla; toca las montañas, y humean.

Cantaré a Jehovah en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva.

Que mi meditación le sea grata, y que yo me alegre en Jehovah.

Sean exterminados de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. ¡Bendice, oh alma mía, a Jehovah! ¡Aleluya!




Maravillas de Jehová a favor de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Maravillas de Jehová a favor de Israel (19:105:1 - 19:105:45)

¡Dad gracias a Jehovah! ¡Invocad su nombre! Dad a conocer entre los pueblos sus hazañas.

Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas.

Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan a Jehovah.

Buscad a Jehovah y su poder; buscad continuamente su rostro.

Acordaos de las maravillas que ha hecho, de sus prodigios y de los juicios de su boca,

oh vosotros, descendientes de Abraham, su siervo; hijos de Jacob, sus escogidos.

El es Jehovah, nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios.

Se acordó para siempre de su pacto—de la palabra que mandó para mil generaciones—,

el cual hizo con Abraham; y de su juramento a Isaac.

Lo confirmó a Jacob por estatuto, como pacto sempiterno a Israel,

diciendo: “A ti daré la tierra de Canaán; como la porción que poseeréis.”

Cuando eran pocos en número, muy pocos y forasteros en ella;

cuando andaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo,

no permitió que nadie los oprimiese; más bien, por causa de ellos castigó a reyes.

Dijo: “¡No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas!”

Cuando trajo hambre sobre la tierra y cortó todo el sustento de pan,

ya había enviado delante de ellos a un hombre, a José, que fue vendido como esclavo.

Afligieron con grilletes sus pies, y a su cuello pusieron cadena de hierro,

hasta que se cumplió su palabra, y el dicho de Jehovah lo aprobó.

Entonces el rey mandó que lo soltaran; el soberano de los pueblos lo desató.

Lo puso como señor de su casa y como gobernador de toda su posesión,

para que disciplinara a su gusto a los grandes y a sus ancianos enseñara sabiduría.

Después entró Israel en Egipto, y Jacob fue extranjero en la tierra de Cam.

Dios hizo que su pueblo fuera muy fecundo, y lo hizo más fuerte que sus enemigos.

Cambió el corazón de éstos, para que aborreciesen a su pueblo, para que contra sus siervos actuaran con engaño.

Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, al cual escogió.

Puso en ellos las palabras de sus señales, y sus prodigios en la tierra de Cam.

Envió tinieblas y trajo oscuridad, pero no guardaron sus palabras.

Convirtió sus aguas en sangre y mató sus peces.

Su tierra produjo ranas hasta en las habitaciones de sus reyes.

Habló, y llegaron enjambres de moscas y piojos en todo su territorio.

Convirtió sus lluvias en granizo y en llamas de fuego, en su tierra.

Dañó sus viñas y sus higueras y quebró los árboles de su territorio.

Habló, y vinieron langostas, y pulgón sin número.

Comieron toda la hierba de su país y devoraron el pasto de su tierra.

Golpeó, además, a todos los primogénitos de su país, las primicias de todo su vigor.

Los sacó con plata y oro; no hubo entre sus tribus enfermo.

Egipto se alegró de que salieran, porque su terror había caído sobre ellos.

Extendió una nube por cortina, y fuego para alumbrar de noche.

Pidieron, e hizo venir codornices, y los sació con pan del cielo.

Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los sequedales como río.

Porque se acordó de su santa promesa dada a su siervo Abraham.

Así sacó a su pueblo con gozo; con júbilo sacó a sus escogidos.

Les dio las tierras de las naciones, y heredaron el fruto de las labores de ellas,

para que guardasen sus estatutos y observasen sus leyes. ¡Aleluya!




La rebeldía de Israel

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > La rebeldía de Israel (19:106:1 - 19:106:48)

¡Aleluya! ¡Alabad a Jehovah, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!

¿Quién declarará las proezas de Jehovah? ¿Quién hará oír todas sus alabanzas?

Bienaventurados los que guardan el derecho, los que en todo tiempo hacen justicia.

Acuérdate de mí, oh Jehovah, según tu benevolencia para con tu pueblo. Visítame con tu salvación,

Hemos pecado como nuestros padres; hemos hecho iniquidad; hemos actuado impíamente.

Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tus innumerables hechos de misericordia, sino que se rebelaron junto al mar, el mar Rojo.

Sin embargo, los libró por amor de su nombre, para dar a conocer su poder.

Reprendió al mar Rojo y lo secó; los hizo ir por los abismos, como por un desierto.

Las aguas cubrieron a sus enemigos; no quedó uno solo de ellos.

Entonces creyeron en sus palabras y cantaron su alabanza.

Pero pronto se olvidaron de sus obras y no esperaron su consejo.

Ardieron de apetito en el desierto y probaron a Dios en la soledad.

Después tuvieron celos de Moisés en el campamento, y de Aarón, el consagrado de Jehovah.

La tierra se abrió y tragó a Datán, y cubrió al grupo de Abiram.

El fuego se encendió contra su grupo; la llama devoró a los impíos.

En Horeb hicieron un becerro y se postraron ante una imagen de fundición.

Olvidaron al Dios de su salvación que había hecho grandezas en Egipto,

maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables junto al mar Rojo.

El dijo que los hubiese destruido, de no haberse interpuesto Moisés, su escogido, ante él en la brecha, a fin de aplacar su ira, para que no los destruyera.

Sin embargo, aborrecieron la tierra deseable, y no creyeron en su palabra.

Por tanto, alzó su mano contra ellos para postrarlos en el desierto,

para dispersar a sus descendientes entre las naciones y esparcirlos por las tierras.

Cuando se adhirieron al Baal de Peor, comieron de los sacrificios de los muertos.

Provocaron a Dios con sus obras, y se desató entre ellos la mortandad.

Aquello le fue contado por justicia, de generación en generación y para siempre.

También le indignaron en las aguas de Meriba, y por causa de ellos le fue mal a Moisés;

porque hicieron que su espíritu se amargara, y él habló precipitadamente con sus labios.

Tampoco destruyeron a los pueblos, como Jehovah les había dicho.

Sirvieron a sus ídolos, los cuales llegaron a ser una trampa.

Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios;

derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, que sacrificaron a los ídolos de Canaán. La tierra fue profanada con los hechos de sangre.

Así se contaminaron con sus obras y se prostituyeron con sus hechos.

Los entregó en poder de las naciones, y los que los aborrecían se enseñorearon de ellos.

Sus enemigos los oprimieron, y fueron quebrantados debajo de su mano.

Muchas veces los libró, pero ellos se rebelaron contra su consejo y fueron humillados a causa de su iniquidad.

Con todo, él los vio cuando estaban en angustia, y oyó su clamor.

Asimismo, hizo que tuviesen misericordia de ellos todos los que los tenían cautivos.

¡Sálvanos, oh Jehovah, Dios nuestro! Reúnenos de entre las naciones, para que confesemos tu santo nombre, para que nos gloriemos en tus alabanzas.

¡Bendito sea Jehovah Dios de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad! Y diga todo el pueblo: “¡Amén!” ¡Aleluya!




Dios libra de la aflicción

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Dios libra de la aflicción (19:107:1 - 19:107:43)

¡Alabad a Jehovah, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!

Díganlo los redimidos de Jehovah, los que ha redimido del poder del enemigo

y los que ha congregado de las tierras del oriente y del occidente, del norte y del sur.

Perdidos anduvieron por el desierto, en el sequedal; no hallaron camino hacia una ciudad habitada.

Estaban hambrientos y sedientos; sus almas desfallecían en ellos.

Pero cuando en su angustia clamaron a Jehovah, él los libró de sus aflicciones.

Los dirigió por camino derecho, para que fuesen a una ciudad en que habitar.

¡Den gracias a Jehovah por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!

Porque él sacia al alma sedienta y llena de bien al alma hambrienta.

Habitaban en tinieblas y en densa oscuridad, aprisionados en la miseria y en cadenas de hierro,

porque fueron rebeldes a las palabras de Jehovah y aborrecieron el consejo del Altísimo.

Por eso sometió sus corazones con dura labor; cayeron, y no hubo quien les ayudase.

Pero cuando en su angustia clamaron a Jehovah, él los libró de sus aflicciones.

Los sacó de las tinieblas, de la densa oscuridad, y rompió sus cadenas.

¡Den gracias a Jehovah por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!

Porque rompió las puertas de bronce y desmenuzó los cerrojos de hierro.

Fueron afligidos los insensatos, a causa de su camino rebelde y a causa de sus maldades.

Sus almas abominaron toda comida, y llegaron hasta las puertas de la muerte.

Pero cuando en su angustia clamaron a Jehovah, él los libró de sus aflicciones.

Envió su palabra y los sanó; los libró de su ruina.

¡Den gracias a Jehovah por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!

Ofrezcan sacrificios de acción de gracias y proclamen sus obras con júbilo.

Los que descienden al mar en los barcos y hacen negocios en los océanos,

ellos han visto las obras de Jehovah, y sus maravillas en lo profundo del mar.

El habló y desató el viento de la tempestad, e hizo que se elevaran sus olas.

Subieron los cielos, descendieron los abismos; sus almas se derretían con el daño.

Se tambalearon y temblaron como un borracho, y toda su sabiduría se echó a perder.

Pero cuando en su angustia clamaron a Jehovah, él los libró de sus aflicciones.

El trae calma a la tempestad, y se apaciguan sus olas.

Entonces se alegran porque ellas se aquietan, y él los guía al puerto que desean.

¡Den gracias a Jehovah por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!

Exáltenlo en la congregación del pueblo, y alábenlo en la reunión de los ancianos.

El convierte los ríos en desierto y las fuentes de aguas en tierra sedienta.

Convierte las tierras fértiles en salobres por la maldad de los que las habitan.

Convierte el desierto en estanques de agua y la tierra seca en manantiales.

Allí establece a los hambrientos y fundan una ciudad en que habitar.

Siembran campos, plantan viñas y logran abundante fruto.

Los bendice, y se multiplican en gran manera; y no deja que disminuya su ganado.

Cuando son reducidos en número y menoscabados a causa de la opresión, de la calamidad y de la congoja,

derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errantes, vagabundos, sin camino.

Y levanta de la miseria al necesitado y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.

Véanlo los rectos y alégrense; pero toda maldad cierre la boca.

Quien sea sabio y guarde estas cosas entenderá los hechos misericordiosos de Jehovah.




Petición de ayuda contra el enemigo. Cántico. Salmo de David.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Petición de ayuda contra el enemigo. Cántico. Salmo de David. (19:108:1 - 19:108:13)

(Cántico. Salmo de David) Mi corazón está firme, oh Dios; cantaré y entonaré salmos, aun con mi alma.

¡Despertad, oh arpa y lira! Despertaré al alba.

Te alabaré entre los pueblos, oh Jehovah; a ti cantaré salmos entre las naciones.

Porque grande, más que los cielos, es tu misericordia; y hasta las nubes, tu verdad.

¡Seas exaltado sobre los cielos, oh Dios; y sobre toda la tierra, tu gloria!

Salva con tu diestra y respóndenos, de modo que sean librados tus amados.

Dios ha hablado en su santuario: “¡Cómo me regocijo! Repartiré Siquem y mediré el valle de Sucot.

Mío es Galaad, y mío es Manasés. Efraín es la fortaleza de mi cabeza; Judá es mi cetro.

Moab es la vasija en que me lavo; sobre Edom echaré mis sandalias, y sobre Filistea lanzaré mi grito de victoria.”

¿Quién me guiará a la ciudad fortificada? ¿Quién me conducirá hasta Edom?

¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado, y que ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos?

Danos socorro ante el enemigo, pues vana es la liberación que da el hombre.

Con Dios haremos proezas, y él aplastará a nuestros enemigos.