Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Segunda epÃstola de San Pablo a los Corintios > Pablo defiende su ministerio (47:10:1 - 47:11:15)
Ahora yo, Pablo, os exhorto por la mansedumbre y ternura de Cristo, ¡yo que en persona soy humilde entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros!
Os ruego que cuando esté presente, no tenga que usar de la osadÃa con que resueltamente estoy dispuesto a proceder contra algunos que piensan que andamos según la carne.
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.
Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo,
y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que vuestra obediencia sea completa.
¡Miráis las cosas según las apariencias! Si alguien está convencido dentro de sà que es de Cristo, considere de nuevo que asà como él es de Cristo, también nosotros lo somos.
Porque si me glorÃo un poco más de nuestra autoridad, la cual el Señor nos ha dado para edificación y no para vuestra destrucción, no seré avergonzado;
para que no parezca que quiero atemorizaros por cartas.
Porque dicen: “Aunque sus cartas son duras y fuertes, su presencia fÃsica es débil, y su palabra despreciable.”
Esto tenga en cuenta tal persona: Lo que somos en palabra por carta cuando estamos ausentes, lo mismo seremos también en hechos cuando estemos presentes.
Porque no osamos clasificarnos o compararnos con algunos que se recomiendan a sà mismos. Pero ellos, midiéndose y comparándose a sà mismos consigo mismos, no son juiciosos.
Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la medida de la regla que Dios nos asignó, para llegar también hasta vosotros.
Porque no nos salimos de nuestros lÃmites, como si no hubiéramos llegado a vosotros; pues hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo,
no gloriándonos desmedidamente en trabajos ajenos. Más bien, tenemos la esperanza de que, con el progreso de vuestra fe, se incrementará considerablemente nuestro campo entre vosotros, conforme a nuestra norma;
para que anunciemos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en territorio ajeno como para gloriarnos de la obra ya realizada por otros.
Pero el que se glorÃa, glorÃese en el Señor.
Porque no es aprobado el que se recomienda a sà mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.
¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! ¡De veras, toleradme!
Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Pero me temo que, asà como la serpiente con su astucia engañó a Eva, de alguna manera vuestros pensamientos se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que debéis a Cristo.
Porque si alguien viene predicando a otro Jesús al cual no hemos predicado, o si recibÃs otro espÃritu que no habÃais recibido, u otro evangelio que no habÃais aceptado, ¡qué bien lo toleráis!
Porque estimo que en nada soy inferior a aquellos apóstoles eminentes;
pues aunque yo sea pobre en elocuencia, no lo soy en conocimiento, como en todo os lo he demostrado por todos los medios.
¿Cometà pecado humillándome a mà mismo para que vosotros seáis enaltecidos, porque os he predicado gratuitamente el evangelio?
He despojado a otras iglesias, recibiendo sostenimiento para ministraros a vosotros.
Cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga porque lo que me faltaba lo suplieron los hermanos cuando vinieron de Macedonia. En todo me guardé de seros gravoso, y asà me guardaré.
¡Por la verdad de Cristo que está en mÃ, este motivo de orgullo no me será negado en las regiones de Acaya!
¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe.
Pero seguiré haciendo lo que hago, para quitarles la ocasión a aquellos que la desean, con el fin de que en lo que se jactan se encuentren en las mismas condiciones que nosotros.
Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos disfrazados como apóstoles de Cristo.
Y no es de maravillarse, porque Satanás mismo se disfraza como ángel de luz.
Asà que, no es gran cosa que también sus ministros se disfracen como ministros de justificación, cuyo fin será conforme a sus obras.
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