Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Hechos > Pablo ante el concilio (44:22:30 - 44:23:11)
Al dÃa siguiente, queriendo saber con certeza la verdadera razón por la que era acusado por los judÃos, le desató y mandó reunir a todos los principales sacerdotes y a todo el SanedrÃn de ellos. Y sacando a Pablo, lo presentó delante de ellos.
Entonces Pablo, fijando la vista en el SanedrÃn, dijo: —Hermanos, yo he vivido delante de Dios con toda buena conciencia hasta el dÃa de hoy.
Y el sumo sacerdote AnanÃas mandó a los que estaban a su lado, que le golpeasen en la boca.
Entonces Pablo dijo: —¡Dios te ha de golpear a ti, pared blanqueada! Tú estás sentado para juzgarme conforme a la ley; y quebrantando la ley, ¿mandas que me golpeen?
Los que estaban presentes le dijeron: —¿Insultas tú al sumo sacerdote de Dios?
Y Pablo dijo: —No sabÃa, hermanos, que fuera el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás al gobernante de tu pueblo.
Entonces Pablo, sabiendo que una parte del SanedrÃn eran saduceos y la otra parte fariseos, gritó en el SanedrÃn: —Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Es por la esperanza y la resurrección de los muertos que soy juzgado.
Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos. La asamblea se dividió,
porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles, ni espÃritus; pero los fariseos afirman todas estas cosas.
Se levantó un gran vocerÃo, y algunos de los escribas del partido de los fariseos se levantaron y contendÃan diciendo: —No hallamos ningún mal en este hombre. ¿Y qué hay si un espÃritu o un ángel le ha hablado?
Como hubo grande disensión, el tribuno, temiendo que Pablo fuese despedazado, mandó a los soldados que bajaran para arrebatarlo de en medio de ellos y llevarlo a la fortaleza.
A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: “Sé valiente, Pablo, pues asà como has testificado de mà en Jerusalén, asà es necesario que testifiques también en Roma.”
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