Mutuo encanto del esposo y de la esposa

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > Mutuo encanto del esposo y de la esposa (22:6:1 - 22:8:4)

¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? Dinos en qué dirección se fue, y lo buscaremos contigo.

Mi amado descendió a su huerto, al almácigo de las especias, para apacentar en los jardines y para recoger los lirios.

¡Yo soy de mi amado, y mi amado es mío! El apacienta entre los lirios.

¡Qué bella eres, oh amada mía! Eres como Tirsa, atractiva como Jerusalén e imponente como ejércitos abanderados.

Aparta de mí tus ojos, porque ellos me doblegan. Tu cabello es como manada de cabras que se deslizan por las laderas de Galaad.

Tus dientes son como rebaños de ovejas que suben del lavadero: que todas tienen mellizos, y ninguna hay sin cría.

Tus mejillas parecen mitades de granada, a través de tu velo.

Hay sesenta reinas, ochenta concubinas y un sinnúmero de jóvenes mujeres.

¡Pero una sola es mi paloma, mi perfecta! Ella es la única hija de su madre, quien la considera predilecta. La ven las mujeres y la llaman: “Bienaventurada.” Las reinas y las concubinas la alaban diciendo:

“¿Quién es aquella que raya como el alba y es bella como la luna, radiante como el sol e imponente como ejércitos abanderados?”

Al huerto de los nogales descendí, para ver los retoños del valle, para ver si las vides ya han florecido; si han brotado los granados.

Y antes que me diese cuenta, mi alma me puso sobre los carros de mi generoso pueblo.

¡Vuelve, vuelve, oh Sulamita! ¡Vuelve, vuelve; queremos mirarte! ¿Qué habréis de observar en la Sulamita, cuando danza en medio de los dos campamentos? Cantares 7

¡Qué bien lucen tus pies con las sandalias, oh hija de nobles! Los contornos de tus muslos son como joyas, obra de las manos de un artista.

Tu ombligo es como una copa redonda a la que no le falta el vino aromático. Tu vientre es como un montón de trigo rodeado de lirios.

Tus dos pechos son como dos venaditos, mellizos de gacela.

Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques en Hesbón, en la puerta de Bat-rabim. Tu nariz es como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.

Tu cabeza es como el Carmelo, y tu cabellera es como púrpura real aprisionada en trenzas.

¡Qué bella y dulce eres, oh amor deleitoso!

Tu talle es como una palmera, y tus pechos como racimos de dátiles.

Pensé: “¡Subiré a la palmera y me prenderé de sus racimos!” ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, y la fragancia de tu boca como de manzanas!

Tu paladar es como el buen vino que corre suavemente hacia el amado y fluye por los labios de los que se duermen.

¡Yo soy de mi amado, y él me desea con ardor!

Ven, oh amado mío, vayamos al campo. Alojémonos en las aldeas;

madruguemos para ir a las viñas. Veamos si han florecido las vides, si se han abierto sus botones, o si han brotado los granados. ¡Allí te daré mi amor!

Las mandrágoras ya despiden su fragancia, y a nuestras puertas hay toda clase de frutas selectas: tanto frescas como secas que he guardado para ti, oh amado mío. Cantares 8

¡Oh, cómo quisiera que fueses mi hermano, que mamó los pechos de mi madre! Así, al encontrarte afuera, yo te besaría sin que nadie me menospreciara.

Yo te llevaría y te metería en la casa de mi madre, y tú me enseñarías. Y yo te haría beber vino aromático y jugo de granadas.

Su brazo izquierdo está debajo de mi cabeza, y su derecho me abraza.

¡Juradme, oh hijas de Jerusalén, que no despertaréis ni provocaréis el amor, hasta que quiera!

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1 Comentario sobre “Mutuo encanto del esposo y de la esposa”

  1. Yirvi Crespo opina:

    Qué bella eres, oh amada mía! Eres como Tirsa, atractiva como Jerusalén e imponente como ejércitos abanderados.

    Aparta de mí tus ojos, porque ellos me doblegan. Tu cabello es como manada de cabras que se deslizan por las laderas de Galaad.

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