Los débiles en la fe

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Romanos > Los débiles en la fe (45:14:1 - 45:15:6)

Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.

Porque uno cree que puede comer de todo, y el débil come sólo verduras.

El que come no menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.

Tú, ¿quién eres que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie o cae; pero será afirmado, porque poderoso es el Señor para afirmarle.

Mientras que uno hace diferencia entre día y día, otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté convencido en su propia mente.

El que hace caso del día, para el Señor lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.

Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.

Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos o que muramos, somos del Señor.

Porque Cristo para esto murió y vivió, para ser el Señor así de los muertos como de los que viven.

Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Pues todos compareceremos ante el tribunal de Dios,

porque está escrito: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.

De manera que cada uno de nosotros rendirá cuenta a Dios de sí mismo.

Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros; más bien, determinad no poner tropiezo, impedimento u obstáculo al hermano.

Yo sé, y estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada hay inmundo en sí; pero para aquel que estima que algo es inmundo, para él sí lo es.

Pues si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No arruines por tu comida a aquel por quien Cristo murió.

Por tanto, no dejéis que se hable mal de lo que para vosotros es bueno;

porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres.

Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.

No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. A la verdad, todas las cosas son limpias; pero es malo que un hombre cause tropiezo por su comida.

Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tropiece tu hermano.

La fe que tú tienes, tenla para contigo mismo delante de Dios. Dichoso el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba.

Pero el que duda al respecto, es condenado si come, porque no lo hace con fe. Pues todo lo que no proviene de fe es pecado.

Así que, los que somos más fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos.

Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación.

Porque Cristo no se agradó a sí mismo; más bien, como está escrito: Las afrentas de los que te afrentaron, cayeron sobre mí.

Pues lo que fue escrito anteriormente fue escrito para nuestra enseñanza, a fin de que por la perseverancia y la exhortación de las Escrituras tengamos esperanza.

Y el Dios de la perseverancia y de la exhortación os conceda que tengáis el mismo sentir los unos por los otros, según Cristo Jesús;

para que unánimes y a una sola voz glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

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