Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > Primera epÃstola de San Pablo a los Corintios > La revelación por el EspÃritu de Dios (46:2:6 - 46:2:16)
Sin embargo, hablamos sabidurÃa entre los que han alcanzado madurez; pero una sabidurÃa, no de esta edad presente, ni de los prÃncipes de esta edad, que perecen.
Más bien, hablamos la sabidurÃa de Dios en misterio, la sabidurÃa oculta que Dios predestinó desde antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los prÃncipes de esta edad conoció esta sabidurÃa; porque si ellos la hubieran conocido, nunca habrÃan crucificado al Señor de la gloria.
Más bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oÃdo oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero a nosotros Dios nos las reveló por el EspÃritu; porque el EspÃritu todo lo escudriña, aun las cosas profundas de Dios.
Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espÃritu del hombre que está en él? Asà también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el EspÃritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espÃritu de este mundo, sino el EspÃritu que procede de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente.
De estas cosas estamos hablando, no con las palabras enseñadas por la sabidurÃa humana, sino con las enseñadas por el EspÃritu, interpretando lo espiritual por medios espirituales.
Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del EspÃritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente.
En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no es juzgado por nadie.
Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.
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