Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > La esposa y las hijas de Jerusalén (22:1:1 - 22:1:8)
El cantar de los cantares, el cual es de Salomón.
¡Oh, que él me besara con los besos de su boca! Mejor que el vino es tu amor.
Tu nombre es como perfume derramado; por el olor de tu suave perfume las jóvenes se enamoran de ti.
Atráeme en pos de ti. ¡Corramos! El rey me ha llevado a sus habitaciones. Nos gozaremos y nos alegraremos contigo. Nos acordaremos de tu amor más que del vino. Con razón te aman.
Soy morena y bella, oh hijas de Jerusalén. Soy como las tiendas en Quedar o como los pabellones de Salomón.
No os fijéis en que soy morena, pues el sol me bronceó. Los hijos de mi madre se enojaron contra mí y me pusieron a cuidar viñas. ¡Y mi propia viña no cuidé!
Hazme saber, oh amado de mi alma, dónde pastorearás; dónde harás recostar el rebaño al mediodía, para que yo no ande errante tras los rebaños de tus compañeros.
Si no lo sabes, oh la más hermosa de las mujeres, sigue las huellas del rebaño y apacienta tus cabritas cerca de las cabañas de los pastores.
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