La esposa y el esposo

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > La esposa y el esposo (22:1:9 - 22:2:17)

A mi yegua, entre los carros del faraón, te he comparado, oh amada mía.

¡Qué bellas son tus mejillas entre tus aretes, y tu cuello entre los collares!

Te haremos aretes de oro con engastes de plata.

Cuando el rey estaba en su diván, mi nardo liberó su fragancia.

Mi amado se parece a un manojito de mirra, que duerme entre mis pechos.

Mi amado se parece a un racimo de flores de alheña de las viñas de En-guedi.

¡Qué bella eres, oh amada mía! ¡Qué bella eres! Tus ojos son como de palomas.

¡Qué bello y dulce eres tú, oh amado mío! Nuestra cama es frondosa,

las vigas de nuestra casa son los cedros, y nuestros artesonados son los cipreses. Cantares 2

Yo soy la rosa de Sarón y el lirio de los valles.

Como un lirio entre los cardos es mi amada entre las jóvenes.

Como un manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los jóvenes. Me agrada sentarme bajo su sombra; su fruto es dulce a mi paladar.

El me lleva a la sala del banquete, y su bandera sobre mí es el amor.

¡Oh, agasajadme con pasas, refrescadme con manzanas, porque estoy enferma de amor!

Su brazo izquierdo está debajo de mi cabeza, y su derecho me abraza.

¡Juradme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas y por las gacelas del campo, que no despertaréis ni provocaréis el amor, hasta que quiera!

¡La voz de mi amado! El viene saltando sobre los montes, brincando sobre las colinas.

Mi amado es como un venado o un cervatillo. ¡Mirad! Está detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías.

Mi amado habló y me dijo: “¡Levántate, oh amada mía! ¡Oh hermosa mía, sal!

Ya ha pasado el invierno, la estación de la lluvia se ha ido.

Han brotado las flores en la tierra. El tiempo de la canción ha llegado, y de nuevo se escucha la tórtola en nuestra tierra.

La higuera ha echado higos, y despiden fragancia las vides en flor. ¡Levántate, oh amada mía! ¡Oh hermosa mía, ven!”

Palomita mía, que te escondes en las hendijas de la peña y en los sitios secretos de las terrazas: Déjame ver tu figura; hazme oír tu voz. Porque dulce es tu voz y preciosa tu figura.

Atrapadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas, pues nuestras viñas están en flor.

¡Mi amado es mío, y yo soy suya! El apacienta entre los lirios

hasta que raye el alba, y huyan las sombras. ¡Vuelve, oh amado mío! Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias. Cantares 3

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1 Comentario sobre “La esposa y el esposo”

  1. Dolores opina:

    Quiero saber más a qué se le dice hijas de Jerusalén

    [contesta a Dolores]