Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > La dicha del perdón. Salmo de David. Masquil. (19:32:1 - 19:32:11)
(Salmo de David. Masquil) Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y ha sido cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehovah no atribuye iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir, todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; mi vigor se convirtió en sequedades de verano. (Selah)
Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: “Confesaré mis rebeliones a Jehovah.” Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. (Selah)
Por eso orará a ti todo fiel en el tiempo en que puedas ser hallado. Ciertamente en la inundación las caudalosas aguas no llegarán a él.
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia y con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)
“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar. Sobre ti fijaré mis ojos.
No seáis sin entendimiento, como el caballo, o como el mulo, cuya boca ha de ser frenada con rienda y freno; de otro modo, no se acercan a ti.”
Muchos dolores tendrá el impío; pero la misericordia cercará al que espera en Jehovah.
Oh justos, alegraos en Jehovah y gozaos; cantad con júbilo, todos los rectos de corazón.
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