Exhortación a un rey

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Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le enseñara su madre:

¡Oh, hijo mío! ¡Oh, hijo de mi vientre! ¡Oh, hijo de mis votos!

No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a las que destruyen a los reyes.

No es cosa de reyes, oh Lemuel, no es cosa de reyes beber vino; ni de los magistrados, el licor.

Si se embota el hacha y no es afilada, hay que añadir más esfuerzo. Pero es más ventajoso aplicar la sabiduría.

Si la serpiente muerde antes de ser encantada, de nada sirve el encantador.

Las palabras de la boca del sabio son agradables, pero los labios del necio causan su propia ruina.

El comienzo de las palabras de su boca es necedad, y el final de su hablar es locura nociva.

El insensato multiplica las palabras, aunque el hombre no sabe lo que ha de suceder. Y lo que habrá de ser después de él, ¿quién se lo declarará?

El duro trabajo fatiga al necio, de manera que él ni siquiera sabe cómo ir a la ciudad.

¡Ay de ti, oh tierra, cuando tu rey es un muchacho y tus príncipes se festejan de mañana!

Bienaventurada tú, oh tierra, cuando tu rey es un hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para embriagarse.

Por la pereza se hunde el techo, y por la flojedad de manos tiene goteras la casa.

El alimento se prepara para disfrutarlo, el vino alegra la vida, y el dinero preocupa a todos.

Ni aun en tu alcoba maldigas al rey, ni en tu dormitorio maldigas al rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las criaturas aladas declararán el asunto.

Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo volverás a encontrar.

Reparte a siete, y también a ocho; porque no sabes qué mal vendrá sobre la tierra.

Si las nubes se recargan de agua, derramarán lluvia sobre la tierra. Y si el árbol cae hacia el sur o hacia el norte, en el lugar donde caiga, allí quedará.

El que observa el viento no sembrará, y el que se queda mirando las nubes no segará.

Como tú no comprendes cómo entra el espíritu a los huesos en el vientre de la mujer encinta, así no comprenderás la obra de Dios, quien hace todas las cosas.

En la mañana siembra tu semilla, y por la tarde no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál será mejor, si esto o lo otro, o si ambas cosas son igualmente buenas.

Agradable es la luz, y bueno es a los ojos ver el sol.

Si el hombre vive muchos años, alégrese en todos ellos; pero traiga a la memoria los días de las tinieblas, que serán muchos. Todo lo que habrá ocurrido es vanidad.

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