Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > EpÃstola de San Pablo a los Gálatas > El ministerio de Pablo (48:1:11 - 48:2:10)
Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mà no es según hombre;
porque yo no lo recibÃ, ni me fue enseñado de parte de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Ya oÃsteis acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaÃsmo: que yo perseguÃa ferozmente a la iglesia de Dios y la estaba asolando.
Me destacaba en el judaÃsmo sobre muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres.
Pero cuando Dios—quien me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia— tuvo a bien
revelar a su Hijo en mà para que yo lo anunciase entre los gentiles, no consulté de inmediato con ningún hombre
ni subà a Jerusalén a los que fueron apóstoles antes que yo, sino que partà para Arabia y volvà de nuevo a Damasco.
Luego, después de tres años, subà a Jerusalén para entrevistarme con Pedro y permanecà con él quince dÃas.
No vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor;
y en cuanto a lo que os escribo, he aquà delante de Dios, que no miento.
Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia.
Y yo no era conocido de vista por las iglesias de Judea, las que están en Cristo.
Solamente oÃan decir: “El que antes nos perseguÃa ahora proclama como buena nueva la fe que antes asolaba.”
Y daban gloria a Dios por causa de mÃ.
Luego, después de catorce años, subà otra vez a Jerusalén, junto con Bernabé, y llevé conmigo también a Tito.
Pero subà de acuerdo con una revelación y les expuse el evangelio que estoy proclamando entre los gentiles. Esto lo hice en privado ante los de reputación, para asegurarme de que no corro ni he corrido en vano.
Sin embargo, ni siquiera Tito quien estaba conmigo, siendo griego, fue obligado a circuncidarse,
a pesar de los falsos hermanos quienes se infiltraron secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de reducirnos a esclavitud.
Ni por un momento cedimos en sumisión a ellos, para que la verdad del evangelio permaneciese a vuestro favor.
Sin embargo, aquellos que tenÃan reputación de ser importantes—quiénes hayan sido en otro tiempo, a mà nada me importa; Dios no hace distinción de personas— a mÃ, a la verdad, los de reputación no me añadieron nada nuevo.
Más bien, al contrario, cuando vieron que me habÃa sido confiado el evangelio para la incircuncisión igual que a Pedro para la circuncisión
—porque el que actuó en Pedro para hacerle apóstol de la circuncisión actuó también en mà para hacerme apóstol a favor de los gentiles—,
y cuando percibieron la gracia que me habÃa sido dada, Jacobo, Pedro y Juan, quienes tenÃan reputación de ser columnas, nos dieron a Bernabé y a mà la mano derecha en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles y ellos a los de la circuncisión.
Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, cosa que procuré hacer con esmero.
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