Biblia cristiana > Nuevo Testamento > EpÃstolas > EpÃstola de San Pablo a los Romanos > El justo juicio de Dios (45:2:1 - 45:2:16)
Por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo.
Pero sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que practican tales cosas.
Oh hombre que juzgas a los que practican tales cosas y haces lo mismo, ¿supones que escaparás del juicio de Dios?
¿O menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia y magnanimidad, ignorando que la bondad de Dios te guÃa al arrepentimiento?
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, acumulas sobre ti mismo ira para el dÃa de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.
El recompensará a cada uno conforme a sus obras:
vida eterna a los que por su perseverancia en las buenas obras buscan gloria, honra e incorrupción;
pero enojo e ira a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;
tribulación y angustia sobre toda persona que hace lo malo (el judÃo primero, y también el griego);
pero gloria, honra y paz a cada uno que hace el bien (al judÃo primero y también al griego).
Pues no hay distinción de personas delante de Dios.
Asà que todos los que pecaron sin la ley, sin la ley también perecerán; y todos los que pecaron teniendo la ley, por la ley serán juzgados.
Porque no son los oidores de la ley los que son justos delante de Dios, sino que los hacedores de la ley serán justificados.
Porque cuando los gentiles que no tienen ley practican por naturaleza el contenido de la ley, aunque no tienen ley, son ley para sà mismos.
Ellos muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, mientras que su conciencia concuerda en su testimonio; y sus razonamientos se acusan o se excusan unos a otros,
en el dÃa en que, conforme a mi evangelio, Dios juzgue los secretos de los hombres, por medio de Cristo Jesús.
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23-02-2014 a las 0:43
Dice Dios en su pabra eterna; los que guian su vida con los satanicos deseos de la carne, ni son hijos de Dios ni pueden serlo, porque los hijos de Dios, guian su vida con su espiritu y en eso se conocen los que son hijos de Dios y los que son hijos del diablo; Romanos 8,5-14, Galatas 5 16-25 y 1 de Juan 3,8-10
[contesta a Pablo Rivera Felix]