El hablar en lenguas

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > El hablar en lenguas (46:14:1 - 46:14:40)

Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo, que profeticéis.

Porque el que habla en una lengua no habla a los hombres sino a Dios; porque nadie le entiende, pues en espíritu habla misterios.

En cambio, el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

El que habla en una lengua se edifica a sí mismo, mientras que el que profetiza edifica a la iglesia.

Así que, yo quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más, que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete, para que la iglesia reciba edificación.

Ahora pues, hermanos, si yo fuera a vosotros hablando en lenguas, ¿de qué provecho os sería, si no os hablara con revelación, o con conocimiento, o con profecía o con enseñanza?

Aun las cosas inanimadas como la flauta o el arpa, cuando producen sonido, si no hacen clara distinción de tonos, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o se tañe con el arpa?

También, si la trompeta produce un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?

Así también vosotros, si mediante la lengua no producís palabras comprensibles, ¿cómo se entenderá lo que se dice? Porque estaréis hablando al aire.

Hay, por ejemplo, tanta diversidad de idiomas en el mundo; y ninguno carece de significado.

Por eso, si yo desconozco el significado del idioma, seré como extranjero al que habla, y el que habla será como extranjero para mí.

Así también vosotros; puesto que anheláis los dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia.

Por eso, quien habla en una lengua, pida en oración poderla interpretar.

Porque si yo oro en una lengua, mi espíritu ora; pero mi entendimiento queda sin fruto.

¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento. Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.

Pues de otro modo, si das gracias con el espíritu, ¿cómo dirá “amén” a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de indocto, ya que no sabe lo que estás diciendo?

Porque tú, a la verdad, expresas bien la acción de gracias, pero el otro no es edificado.

Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros.

Sin embargo, en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi sentido, para que enseñe también a los demás, que diez mil palabras en una lengua.

Hermanos, no seáis niños en el entendimiento; más bien, sed bebés en la malicia, pero hombres maduros en el entendimiento.

En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo, y ni aun así me harán caso, dice el Señor.

Así resulta que las lenguas son señal, no para los creyentes, sino para los no creyentes; en cambio, la profecía no es para los no creyentes, sino para los creyentes.

De manera que, si toda la iglesia se reúne en un lugar y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o no creyentes, ¿no dirán que estáis locos?

Pero si todos profetizan, y entra algún no creyente o indocto, por todos será convencido, por todos será examinado,

y lo oculto de su corazón será revelado. Y de esta manera, postrándose sobre su rostro, adorará a Dios y declarará: “¡De veras, Dios está entre vosotros!”

¿Qué significa esto, hermanos? Que cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una lengua o una interpretación. Todo se haga para la edificación.

Si es que alguien habla en una lengua, hablen dos o a lo más tres, y por turno; y uno interprete.

Y si acaso no hay intérprete, que guarde silencio en la iglesia y hable a sí mismo y a Dios.

Igualmente, los profetas hablen dos o tres, y los demás disciernan.

Si algo es revelado a alguno que está sentado, que calle el primero.

Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados.

Además, los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas;

porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,

las mujeres guarden silencio en las congregaciones; porque no se les permite hablar, sino que estén sujetas, como también lo dice la ley.

Si quieren aprender acerca de alguna cosa, pregunten en casa a sus propios maridos; porque a la mujer le es impropio hablar en la congregación.

¿Salió de vosotros la palabra de Dios? ¿O llegó a vosotros solos?

Si alguien cree ser profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo es mandamiento.

Pero si alguien lo ignora, él será ignorado.

Así que, hermanos míos, anhelad profetizar; y no impidáis hablar en lenguas.

Pero hágase todo decentemente y con orden.