Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Cantares > El ensueño de la esposa (22:3:1 - 22:3:5)
De noche, sobre mi cama, buscaba al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo hallé.
Pensé: “Me levantaré e iré por la ciudad, por las calles y las plazas, buscando al que ama mi alma.” Lo busqué, pero no lo hallé.
Me encontré con los guardias que rondan la ciudad, y les pregunté: “¿Habéis visto al que ama mi alma?”
Tan pronto como pasé de allí, hallé al que ama mi alma. Me prendí de él y no lo solté, hasta que lo traje a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió.
¡Juradme, oh hijas de Jerusalén, por las ciervas y por las gacelas del campo, que no despertaréis ni provocaréis el amor, hasta que quiera!
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