Dádivas de los filipenses

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Filipenses > Dádivas de los filipenses (50:4:10 - 50:4:20)

En gran manera me regocijé en el Señor porque al fin se ha renovado vuestra preocupación para conmigo. Siempre pensabais en mí, pero os faltaba la oportunidad.

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.

Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias, he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad.

¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!

Sin embargo, hicisteis bien en participar conmigo en mi tribulación.

También sabéis, oh filipenses, que al comienzo del evangelio cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en cuanto a dar y recibir, sino vosotros solos.

Porque aun a Tesalónica enviasteis para mis necesidades una y otra vez.

No es que busque donativo, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.

Sin embargo, todo lo he recibido y tengo abundancia. Estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, como olor fragante, un sacrificio aceptable y agradable a Dios.

Mi Dios, pues, suplirá toda necesidad vuestra, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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