El pacto de Dios con Abraham
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De la misma manera, Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Por lo tanto, sabed que los que se basan en la fe son hijos de Abraham.
Y la Escritura, habiendo previsto que por la fe Dios habÃa de justificar a los gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: “En ti serán benditas todas las naciones.”
Desde luego, los que se basan en la fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe.
Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la Ley para cumplirlas.
Desde luego, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por la fe.
Ahora bien, la ley no se basa en la fe; al contrario, el que hace estas cosas vivirá por ellas.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del EspÃritu por medio de la fe.
Hermanos, hablo en términos humanos: Aunque un pacto sea de hombres, una vez ratificado, nadie lo cancela ni le añade.
Ahora bien, las promesas a Abraham fueron pronunciadas también a su descendencia. No dice: “y a los descendientes,” como refiriéndose a muchos, sino a uno solo: y a tu descendencia, que es Cristo.
Esto, pues, digo: El pacto confirmado antes por Dios no lo abroga la ley, que vino 430 años después, para invalidar la promesa.
Porque si la herencia fuera por la ley, ya no serÃa por la promesa; pero a Abraham Dios ha dado gratuitamente la herencia por medio de una promesa.