Nuevo Testamento

El pacto de Dios con Abraham

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > El pacto de Dios con Abraham (48:3:6 - 48:3:18)

De la misma manera, Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

Por lo tanto, sabed que los que se basan en la fe son hijos de Abraham.

Y la Escritura, habiendo previsto que por la fe Dios había de justificar a los gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: “En ti serán benditas todas las naciones.”

Desde luego, los que se basan en la fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe.

Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la Ley para cumplirlas.

Desde luego, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por la fe.

Ahora bien, la ley no se basa en la fe; al contrario, el que hace estas cosas vivirá por ellas.

Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),

para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del Espíritu por medio de la fe.

Hermanos, hablo en términos humanos: Aunque un pacto sea de hombres, una vez ratificado, nadie lo cancela ni le añade.

Ahora bien, las promesas a Abraham fueron pronunciadas también a su descendencia. No dice: “y a los descendientes,” como refiriéndose a muchos, sino a uno solo: y a tu descendencia, que es Cristo.

Esto, pues, digo: El pacto confirmado antes por Dios no lo abroga la ley, que vino 430 años después, para invalidar la promesa.

Porque si la herencia fuera por la ley, ya no sería por la promesa; pero a Abraham Dios ha dado gratuitamente la herencia por medio de una promesa.

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El propósito de la ley

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > El propósito de la ley (48:3:19 - 48:4:7)

Entonces, ¿para qué existe la ley? Fue dada por causa de las transgresiones, hasta que viniese la descendencia a quien había sido hecha la promesa. Y esta ley fue promulgada por medio de ángeles, por mano de un mediador.

Y el mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.

Por consecuencia, ¿es la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar, entonces la justicia sería por la ley.

No obstante, la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada por la fe en Jesucristo a los que creen.

Pero antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada.

De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe.

Pero como ha venido la fe, ya no estamos bajo tutor.

Así que, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús,

porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo.

Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Y ya que sois de Cristo, ciertamente sois descendencia de Abraham, herederos conforme a la promesa.

Digo, además, que entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;

más bien, está bajo guardianes y mayordomos hasta el tiempo señalado por su padre.

De igual modo nosotros también, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo.

Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,

para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “Abba, Padre.”

Así que ya no eres más esclavo, sino hijo; y si hijo, también eres heredero por medio de Dios.

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Exhortación contra el volver a la esclavitud

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > Exhortación contra el volver a la esclavitud (48:4:8 - 48:4:20)

Sin embargo, en otro tiempo, cuando no habíais conocido a Dios, servisteis a los que por naturaleza no son dioses.

En cambio, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor dicho, ya que habéis sido conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres principios elementales? ¿Queréis volver a servirlos otra vez?

¡Vosotros guardáis los días, los meses, las estaciones y los años!

Me temo por vosotros, que yo haya trabajado en vano a vuestro favor.

Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, ya que yo me hice como vosotros. No me habéis hecho ningún agravio.

Sabéis que fue a causa de una debilidad física que os anuncié el evangelio la primera vez;

y lo que en mi cuerpo era prueba para vosotros, no lo desechasteis ni lo menospreciasteis. Al contrario, me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.

¿Dónde está, pues, vuestra bienaventuranza? Porque os doy testimonio de que si hubiera sido posible, os habríais sacado vuestros ojos para dármelos.

¿Resulta que ahora me he hecho vuestro enemigo por deciros la verdad?

Ellos tienen celo por vosotros, pero no para bien; al contrario, quieren aislaros para que vosotros tengáis celo por ellos.

Bueno es ser siempre celosos del bien, y no solamente cuando estoy presente con vosotros.

Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros,

yo quisiera estar ahora con vosotros y cambiar el tono de mi voz, porque estoy perplejo en cuanto a vosotros.

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Alegoría de Sara y Agar

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > Alegoría de Sara y Agar (48:4:21 - 48:4:31)

Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿No escucháis la ley?

Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre.

Pero mientras que el de la esclava nació según la carne, el de la libre nació por medio de la promesa.

En estas cosas hay una alegoría, pues estas mujeres son dos pactos: Agar es el pacto del monte Sinaí que engendró hijos para esclavitud.

Porque Agar representa a Sinaí, montaña que está en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, la cual es esclava juntamente con sus hijos.

Pero la Jerusalén de arriba, la cual es nuestra madre, es libre;

porque está escrito: Alégrate, oh estéril, que no das a luz; prorrumpe en grito de júbilo y levanta la voz, tú que no estás de parto; porque más son los hijos de la desolada que los de la que tiene marido.

Ahora bien, hermanos, vosotros sois hijos de la promesa tal como Isaac.

Pero como en aquel tiempo, el que fue engendrado según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así es ahora también.

Pero, ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo; porque jamás será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre.

Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

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Estad firmes en la libertad

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola de San Pablo a los Gálatas > Estad firmes en la libertad (48:5:1 - 48:5:15)

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no os pongáis otra vez bajo el yugo de la esclavitud.

He aquí yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, de nada os aprovechará Cristo.

Y otra vez declaro a todo hombre que acepta ser circuncidado, que está obligado a cumplir toda la ley.

Vosotros que pretendéis ser justificados en la ley, ¡habéis quedado desligados de Cristo y de la gracia habéis caído!

Porque nosotros por el Espíritu aguardamos por la fe la esperanza de la justicia.

Pues en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la fe que actúa por medio del amor.

Corríais bien. ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad?

Tal persuasión no proviene de aquel que os llama.

Un poquito de levadura leuda toda la masa.

Yo confío en el Señor con respecto a vosotros que no pensaréis de ninguna otra manera; y el que os inquieta llevará su castigo, sea quien sea.

Pero con respecto a mí, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué aún soy perseguido? En tal caso, se habría quitado el tropiezo de la cruz.

¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!

Vosotros fuisteis llamados a la libertad, hermanos; solamente que no uséis la libertad como pretexto para la carnalidad. Más bien, servíos los unos a los otros por medio del amor,

porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Pero si os mordéis y os coméis los unos a los otros, mirad que no seáis consumidos los unos por los otros.

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