Nuevo Testamento

Por qué Pablo pospuso su visita a Corinto

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Por qué Pablo pospuso su visita a Corinto (47:1:12 - 47:2:4)

Porque nuestro motivo de gloria es éste: el testimonio de nuestra conciencia de que nos hemos conducido en el mundo (y especialmente ante vosotros), con sencillez y la sinceridad que proviene de Dios, y no en sabiduría humana, sino en la gracia de Dios.

Porque no os escribimos otras cosas que las que leéis y también comprendéis; y espero que hasta el fin las comprenderéis,

como también en parte nos habéis comprendido, que somos vuestro motivo de gloria, así como también vosotros lo seréis para nosotros en el día de nuestro Señor Jesús.

Con esta confianza, quise ir antes a vosotros para que tuvieseis una segunda gracia,

y pasar de vosotros a Macedonia; y volver otra vez de Macedonia a vosotros para ser encaminado por vosotros a Judea.

Siendo ése mi deseo, ¿acaso usé de ligereza? ¿O será que lo que quiero hacer, lo quiero según la carne; de manera que en mí haya un “sí, sí” y un “no, no”?

Pero Dios es fiel: Nuestra palabra para vosotros no es “sí y no”.

Porque Jesucristo, el Hijo de Dios, que ha sido predicado entre vosotros por nosotros (por mí, por Silas y por Timoteo), no fue “sí y no”; más bien, fue “sí” en él.

Porque todas las promesas de Dios son en él “sí”; y por tanto, también por medio de él, decimos “amén” a Dios, para su gloria por medio nuestro.

Y Dios es el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió;

es también quien nos ha sellado y ha puesto como garantía al Espíritu en nuestros corazones.

Pero yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que es por consideración a vosotros que no he pasado todavía a Corinto.

Porque no nos estamos enseñoreando de vuestra fe. Más bien, somos colaboradores para vuestro gozo, porque por la fe estáis firmes.

Así que decidí en mí mismo no ir otra vez a vosotros con tristeza.

Porque si yo os causo tristeza, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo causé tristeza?

Y a pesar de que estoy confiado en todos vosotros de que mi gozo es el mismo de todos vosotros, os escribí esto mismo para que cuando llegue, no tenga tristeza por causa de aquellos por quienes me debiera gozar.

Porque os escribí en mucha tribulación y angustia de corazón, y con muchas lágrimas; no para entristeceros, sino para que sepáis cuán grande es el amor que tengo por vosotros.

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Pablo perdona al ofensor

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Pablo perdona al ofensor (47:2:5 - 47:2:11)

Si alguno ha causado tristeza, no me ha entristecido sólo a mí, sino en cierta medida (para no exagerar) a todos vosotros.

Basta ya para dicha persona la reprensión de la mayoría.

Así que, más bien, debierais perdonarle y animarle, para que no sea consumido por demasiada tristeza.

Por lo tanto, os exhorto a que reafirméis vuestro amor para con él.

Porque también os escribí con este motivo, para tener la prueba de que vosotros sois obedientes en todo.

Al que vosotros habréis perdonado algo, yo también. Porque lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vuestra causa lo he hecho en presencia de Cristo;

para que no seamos engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos.

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Ansiedad de Pablo en Troas

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Ansiedad de Pablo en Troas (47:2:12 - 47:2:13)

Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me había abierto puerta en el Señor,

no tuve reposo en mi espíritu por no haber hallado a mi hermano Tito. Así que me despedí de ellos y partí para Macedonia.

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Triunfantes en Cristo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Triunfantes en Cristo (47:2:14 - 47:2:17)

Pero gracias a Dios, que hace que siempre triunfemos en Cristo y que manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento por medio de nosotros.

Porque para Dios somos olor fragante de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden.

A los unos, olor de muerte para muerte; mientras que a los otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?

Porque no somos, como muchos, traficantes de la palabra de Dios; más bien, con sinceridad y como de parte de Dios, hablamos delante de Dios en Cristo.

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Ministros del nuevo pacto

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Ministros del nuevo pacto (47:3:1 - 47:4:6)

¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de vosotros?

Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.

Es evidente que vosotros sois carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones humanos.

Esta confianza tenemos delante de Dios, por medio de Cristo:

no que seamos suficientes en nosotros mismos, como para pensar que algo proviene de nosotros, sino que nuestra suficiencia proviene de Dios.

El mismo nos capacitó como ministros del nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica.

Y si el ministerio de muerte, grabado con letras sobre piedras, vino con gloria—tanto que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual se había de desvanecer—,

¡cómo no será con mayor gloria el ministerio del Espíritu!

Porque si el ministerio de condenación era con gloria, ¡cuánto más abunda en gloria el ministerio de justificación!

Pues lo que había sido glorioso no es glorioso en comparación con esta excelente gloria.

Porque si lo que se desvanecía era por medio de gloria, ¡cuánto más excede en gloria lo que permanece!

Así que, teniendo tal esperanza, actuamos con mucha confianza;

no como Moisés, quien ponía un velo sobre su cara para que los hijos de Israel no se fijaran en el fin de lo que se estaba desvaneciendo.

Sin embargo, sus mentes fueron endurecidas; pues hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, el mismo velo sigue puesto, porque sólo en Cristo es quitado.

Aún hasta el día de hoy, cada vez que leen a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.

Pero cuando se conviertan al Señor, el velo será quitado.

Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.

Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Por esto, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que nos fue dada, no desmayamos.

Pero rechazamos los tapujos de vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino que, por la clara demostración de la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios.

Pero aun si nuestro evangelio está encubierto, entre los que se pierden está encubierto.

Pues el dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no les ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios.

Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor; y a nosotros, como siervos vuestros por causa de Jesús.

Porque el Dios que dijo: “La luz resplandecerá de las tinieblas” es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.

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