Nuevo Testamento

Tomando la Cena indignamente

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Tomando la Cena indignamente (46:11:27 - 46:11:34)

De modo que cualquiera que coma este pan y beba esta copa del Señor de manera indigna, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor.

Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa.

Porque el que come y bebe, no discerniendo el cuerpo, juicio come y bebe para sí.

Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen.

Pero si nos examináramos bien a nosotros mismos, no se nos juzgaría.

Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

Así que, hermanos míos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros.

Si alguien tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando llegue.

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Dones espirituales

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Dones espirituales (46:12:1 - 46:12:31)

Pero no quiero que ignoréis, hermanos, acerca de los dones espirituales.

Sabéis que cuando erais gentiles, ibais como erais arrastrados, tras los ídolos mudos.

Por eso os hago saber que nadie, hablando por el Espíritu de Dios, dice: “Anatema sea Jesús.” Tampoco nadie puede decir: “Jesús es el Señor,” sino por el Espíritu Santo.

Ahora bien, hay diversidad de dones; pero el Espíritu es el mismo.

Hay también diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.

También hay diversidad de actividades, pero el mismo Dios es el que realiza todas las cosas en todos.

Pero a cada cual le es dada la manifestación del Espíritu para provecho mutuo.

Porque a uno se le da palabra de sabiduría por medio del Espíritu; pero a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu;

a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por un solo Espíritu;

a otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

Pero todas estas cosas las realiza el único y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él designa.

Porque de la manera que el cuerpo es uno solo y tiene muchos miembros, y que todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo.

Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.

Pues el cuerpo no consiste de un solo miembro, sino de muchos.

Si el pie dijera: “Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo,” ¿por eso no sería parte del cuerpo?

Y si la oreja dijera: “Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo,” ¿por eso no sería parte del cuerpo?

Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oreja, ¿dónde estaría el olfato?

Pero ahora Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, a cada uno de ellos, como él quiso.

Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Pero ahora son muchos los miembros y a la vez un solo cuerpo.

El ojo no puede decir a la mano: “No tengo necesidad de ti”; ni tampoco la cabeza a los pies: “No tengo necesidad de vosotros.”

Muy al contrario, los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles son indispensables.

Además, a los miembros del cuerpo que estimamos ser de menos honor, a éstos los vestimos aun con más honor; y nuestros miembros menos decorosos son tratados con aun más decoro.

Porque nuestros miembros más honrosos no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba;

para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen los unos por los otros.

De manera que si un miembro padece, todos los miembros se conduelen con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros se gozan con él.

Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros suyos individualmente.

A unos puso Dios en la iglesia, primero apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros; después los que hacen milagros, después los dones de sanidades, los que ayudan, los que administran, los que tienen diversidad de lenguas.

¿Acaso son todos apóstoles? ¿todos profetas? ¿todos maestros? ¿Acaso hacen todos milagros?

¿Acaso tienen todos dones de sanidades? ¿Acaso hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos?

Con todo, anhelad los mejores dones. Y ahora os mostraré un camino todavía más excelente:

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La preeminencia del amor

Imagen La preeminencia del amor 1

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > La preeminencia del amor (46:13:1 - 46:13:13)

Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o un címbalo que retiñe.

Si tengo profecía y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy.

Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve.

El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante.

No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal.

No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser. Pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas, y se acabará el conocimiento.

Porque conocemos sólo en parte y en parte profetizamos;

pero cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será abolido.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé lo que era de niño.

Ahora vemos oscuramente por medio de un espejo, pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, así como fui conocido.

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

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El hablar en lenguas

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > El hablar en lenguas (46:14:1 - 46:14:40)

Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo, que profeticéis.

Porque el que habla en una lengua no habla a los hombres sino a Dios; porque nadie le entiende, pues en espíritu habla misterios.

En cambio, el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.

El que habla en una lengua se edifica a sí mismo, mientras que el que profetiza edifica a la iglesia.

Así que, yo quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más, que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete, para que la iglesia reciba edificación.

Ahora pues, hermanos, si yo fuera a vosotros hablando en lenguas, ¿de qué provecho os sería, si no os hablara con revelación, o con conocimiento, o con profecía o con enseñanza?

Aun las cosas inanimadas como la flauta o el arpa, cuando producen sonido, si no hacen clara distinción de tonos, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o se tañe con el arpa?

También, si la trompeta produce un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?

Así también vosotros, si mediante la lengua no producís palabras comprensibles, ¿cómo se entenderá lo que se dice? Porque estaréis hablando al aire.

Hay, por ejemplo, tanta diversidad de idiomas en el mundo; y ninguno carece de significado.

Por eso, si yo desconozco el significado del idioma, seré como extranjero al que habla, y el que habla será como extranjero para mí.

Así también vosotros; puesto que anheláis los dones espirituales, procurad abundar en ellos para la edificación de la iglesia.

Por eso, quien habla en una lengua, pida en oración poderla interpretar.

Porque si yo oro en una lengua, mi espíritu ora; pero mi entendimiento queda sin fruto.

¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento. Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.

Pues de otro modo, si das gracias con el espíritu, ¿cómo dirá “amén” a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de indocto, ya que no sabe lo que estás diciendo?

Porque tú, a la verdad, expresas bien la acción de gracias, pero el otro no es edificado.

Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros.

Sin embargo, en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi sentido, para que enseñe también a los demás, que diez mil palabras en una lengua.

Hermanos, no seáis niños en el entendimiento; más bien, sed bebés en la malicia, pero hombres maduros en el entendimiento.

En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo, y ni aun así me harán caso, dice el Señor.

Así resulta que las lenguas son señal, no para los creyentes, sino para los no creyentes; en cambio, la profecía no es para los no creyentes, sino para los creyentes.

De manera que, si toda la iglesia se reúne en un lugar y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o no creyentes, ¿no dirán que estáis locos?

Pero si todos profetizan, y entra algún no creyente o indocto, por todos será convencido, por todos será examinado,

y lo oculto de su corazón será revelado. Y de esta manera, postrándose sobre su rostro, adorará a Dios y declarará: “¡De veras, Dios está entre vosotros!”

¿Qué significa esto, hermanos? Que cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene un salmo o una enseñanza o una revelación o una lengua o una interpretación. Todo se haga para la edificación.

Si es que alguien habla en una lengua, hablen dos o a lo más tres, y por turno; y uno interprete.

Y si acaso no hay intérprete, que guarde silencio en la iglesia y hable a sí mismo y a Dios.

Igualmente, los profetas hablen dos o tres, y los demás disciernan.

Si algo es revelado a alguno que está sentado, que calle el primero.

Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados.

Además, los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas;

porque Dios no es Dios de desorden, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,

las mujeres guarden silencio en las congregaciones; porque no se les permite hablar, sino que estén sujetas, como también lo dice la ley.

Si quieren aprender acerca de alguna cosa, pregunten en casa a sus propios maridos; porque a la mujer le es impropio hablar en la congregación.

¿Salió de vosotros la palabra de Dios? ¿O llegó a vosotros solos?

Si alguien cree ser profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo es mandamiento.

Pero si alguien lo ignora, él será ignorado.

Así que, hermanos míos, anhelad profetizar; y no impidáis hablar en lenguas.

Pero hágase todo decentemente y con orden.

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La resurrección de los muertos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > La resurrección de los muertos (46:15:1 - 46:15:58)

Además, hermanos, os declaro el evangelio que os prediqué y que recibisteis y en el cual también estáis firmes;

por el cual también sois salvos, si lo retenéis como yo os lo he predicado. De otro modo, creísteis en vano.

Porque en primer lugar os he enseñado lo que también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;

que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;

que apareció a Pedro y después a los doce.

Luego apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven todavía; y otros ya duermen.

Luego apareció a Jacobo, y después a todos los apóstoles.

Y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, me apareció a mí también.

Pues yo soy el más insignificante de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano. Más bien, he trabajado con afán más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que ha sido conmigo.

Porque ya sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído.

Ahora bien, si Cristo es predicado como que ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos entre vosotros dicen que no hay resurrección de muertos?

Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado.

Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación; vana también es vuestra fe.

Y aun somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos atestiguado de Dios que resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si se toma por sentado que los muertos no resucitan.

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado;

y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es inútil; todavía estáis en vuestros pecados.

En tal caso, también los que han dormido en Cristo han perecido.

¡Si sólo en esta vida hemos tenido esperanza en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres!

Pero ahora, Cristo sí ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que durmieron.

Puesto que la muerte entró por medio de un hombre, también por medio de un hombre ha venido la resurrección de los muertos.

Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.

Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

Después el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, cuando ya haya anulado todo principado, autoridad y poder.

Porque es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.

El último enemigo que será destruido es la muerte.

Porque ha sujetado todas las cosas debajo de sus pies. Pero cuando dice: “Todas las cosas están sujetas a él,” claramente está exceptuando a aquel que le sujetó todas las cosas.

Pero cuando aquél le ponga en sujeción todas las cosas, entonces el Hijo mismo también será sujeto al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea el todo en todos.

Por otro lado, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos? Si los muertos de ninguna manera resucitan, ¿por qué, pues, se bautizan por ellos?

¿Y por qué, pues, nos arriesgamos nosotros a toda hora?

Sí, hermanos, cada día muero; lo aseguro por lo orgulloso que estoy de vosotros en Cristo Jesús nuestro Señor.

Si como hombre batallé en Efeso contra las fieras, ¿de qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!

No os dejéis engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.”

Volved a la sobriedad, como es justo, y no pequéis más, porque algunos tienen ignorancia de Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.

Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vienen?

Necio, lo que tú siembras no llega a tener vida a menos que muera.

Y lo que siembras, no es el cuerpo que ha de salir, sino el mero grano, ya sea de trigo o de otra cosa.

Pero Dios le da un cuerpo como quiere, a cada semilla su propio cuerpo.

No toda carne es la misma carne; sino que una es la carne de los hombres, otra la carne de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces.

También hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales. Pero de una clase es la gloria de los celestiales; y de otra, la de los terrenales.

Una es la gloria del sol, otra es la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas; porque una estrella es diferente de otra en gloria.

Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción; se resucita en incorrupción.

Se siembra en deshonra; se resucita con gloria. Se siembra en debilidad; se resucita con poder.

Se siembra cuerpo natural; se resucita cuerpo espiritual. Hay cuerpo natural; también hay cuerpo espiritual.

Así también está escrito: el primer hombre Adán llegó a ser un alma viviente; y el postrer Adán, espíritu vivificante.

Pero lo espiritual no es primero, sino lo natural; luego lo espiritual.

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es celestial.

Como es el terrenal, así son también los terrenales; y como es el celestial, así son también los celestiales.

Y así como hemos llevado la imagen del terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.

Y esto digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredar la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados

en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados sin corrupción; y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria!

¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?

Pues el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.

Pero gracias a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano.

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