Epístolas

El Hijo, superior a los ángeles

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola a los Hebreos > El Hijo, superior a los ángeles (58:1:5 - 58:1:14)

Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy; y otra vez: Yo seré para él, Padre; y él será para mí, Hijo?

Otra vez, al introducir al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.

Y de los ángeles dice: El hace a sus ángeles vientos, y a sus servidores llama de fuego;

mientras que del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; cetro de rectitud es el cetro de tu reino.

Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con aceite de alegría, más que a tus compañeros.

Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.

Ellos perecerán, pero tú permaneces; todos ellos se envejecerán como un vestido.

Como a manto los enrollarás, y serán cambiados como vestido. Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán.

¿Y a cuál de sus ángeles ha dicho jamás: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?

¿Acaso no son todos espíritus servidores, enviados para ministrar a favor de los que han de heredar la salvación?

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Una salvación tan grande

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola a los Hebreos > Una salvación tan grande (58:2:1 - 58:2:4)

Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

Pues si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,

¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue confirmada por medio de los que oyeron,

dando Dios testimonio juntamente con ellos con señales, maravillas, diversos hechos poderosos y dones repartidos por el Espíritu Santo según su voluntad.

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El autor de la salvación

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola a los Hebreos > El autor de la salvación (58:2:5 - 58:2:18)

Porque no fue a los ángeles a quienes Dios sometió el mundo venidero del cual hablamos.

Pues alguien dio testimonio en un lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que tengas cuidado de él?

Le has hecho por poco tiempo menor que los ángeles; le coronaste de gloria y de honra;

todas las cosas sometiste debajo de sus pies. Al someter a él todas las cosas, no dejó nada que no esté sometido a él. Pero ahora no vemos todavía todas las cosas sometidas a él.

Sin embargo, vemos a Jesús, quien por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles, coronado de gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

Porque le convenía a Dios—por causa de quien y por medio de quien todas las cosas existen— perfeccionar al Autor de la salvación de ellos, por medio de los padecimientos, para conducir a muchos hijos a la gloria.

Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,

diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre; en medio de la congregación te alabaré.

Y otra vez: Yo pondré mi confianza en él. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

Por tanto, puesto que los hijos han participado de carne y sangre, de igual manera él participó también de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (éste es el diablo),

y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud.

Porque ciertamente él no tomó para sí a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham.

Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo.

Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

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Jesús es superior a Moisés

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola a los Hebreos > Jesús es superior a Moisés (58:3:1 - 58:3:6)

Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús, el apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión.

El era fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.

Pero él ha sido estimado digno de una gloria superior a la de Moisés, por cuanto aquel que ha construido una casa tiene mayor dignidad que la casa.

Porque toda casa es construida por alguien, pero el constructor de todas las cosas es Dios.

Moisés fue fiel como siervo en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que se había de decir después.

En cambio, Cristo es fiel como Hijo sobre su casa. Esta casa suya somos nosotros, si de veras retenemos la confianza y el gloriarnos de la esperanza.

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El reposo del pueblo de Dios

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Epístola a los Hebreos > El reposo del pueblo de Dios (58:3:7 - 58:4:13)

Por eso, como dice el Espíritu Santo: Si oís hoy su voz,

no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la prueba en el desierto,

donde vuestros padres me pusieron a gran prueba y vieron mis obras durante cuarenta años.

Por esta causa me enojé con aquella generación y dije: “Ellos siempre se desvían en su corazón y no han conocido mis caminos.”

Como juré en mi ira: “¡Jamás entrarán en mi reposo!”

Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo.

Más bien, exhortaos los unos a los otros cada día, mientras aún se dice: “Hoy,” para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

Porque hemos llegado a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin,

entre tanto se dice: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación.

Porque ¿quiénes fueron aquellos que habiendo oído le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto con Moisés?

¿Y con quiénes se disgustó durante cuarenta años? ¿No fue precisamente con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?

¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que no obedecieron?

Y vemos que ellos no pudieron entrar debido a su incredulidad.

Temamos, pues, mientras permanezca aún la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de vosotros parezca quedarse atrás.

Porque también a nosotros, como a ellos, nos han sido anunciadas las buenas nuevas; pero a ellos de nada les aprovechó oír la palabra, porque no se identificaron por fe con los que la obedecieron.

Pero los que hemos creído sí entramos en el reposo, como él ha dicho: Como juré en mi ira: “¡Jamás entrarán en mi reposo!” aunque sus obras quedaron terminadas desde la fundación del mundo.

Porque en cierto lugar ha dicho así del séptimo día: Y reposó Dios en el séptimo día de todas sus obras.

Y otra vez dice aquí: “¡Jamás entrarán en mi reposo!”

Puesto que falta que algunos entren en el reposo, ya que aquellos a quienes primero les fue anunciado no entraron a causa de la desobediencia,

Dios ha determinado otra vez un cierto día, diciendo por medio de David: “Hoy,” después de tanto tiempo, como ya se ha dicho: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.

Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no se hablaría después de otro día.

Por tanto, queda todavía un reposo sabático para el pueblo de Dios.

El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, así como Dios de las suyas.

Hagamos, pues, todo esfuerzo para entrar en aquel reposo, no sea que alguien caiga en el mismo ejemplo de desobediencia.

Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

No existe cosa creada que no sea manifiesta en su presencia. Más bien, todas están desnudas y expuestas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

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