Epístolas

Somos templo del Dios viviente

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Enviado por Mercedes

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Somos templo del Dios viviente (47:6:14 - 47:7:1)

No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?

¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente?

¿Qué acuerdo puede haber entre un templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

Por lo cual, ¡Salid de en medio de ellos, y apartaos! dice el Señor. No toquéis lo impuro, y yo os recibiré;

y seré para vosotros Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

Así que, amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

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Regocijo de Pablo al arrepentirse los corintios

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Regocijo de Pablo al arrepentirse los corintios (47:7:2 - 47:7:16)

Recibidnos. A nadie hemos agraviado; a nadie hemos corrompido; a nadie hemos explotado.

No digo esto para condenaros; porque ya dije que estáis en nuestros corazones, para juntos morir y juntos vivir.

Tengo mucha confianza en vosotros; mucho me glorío en vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción.

Cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo; más bien, en todo fuimos atribulados: de fuera conflictos, de dentro temores.

Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito.

Y no sólo con su venida, sino también con la consolación que él recibió en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro anhelo, vuestras lágrimas y vuestro celo por mí, para que así me gozara más.

Porque si bien os causé tristeza con la carta, no me pesa, aunque entonces sí me pesó; porque veo que aquella carta os causó tristeza sólo por un tiempo.

Ahora me gozo, no porque hayáis sentido tristeza, sino porque fuisteis entristecidos hasta el arrepentimiento; pues habéis sido entristecidos según Dios, para que ningún daño sufrierais de nuestra parte.

Porque la tristeza que es según Dios genera arrepentimiento para salvación, de que no hay que lamentarse; pero la tristeza del mundo degenera en muerte.

Pues he aquí, el mismo hecho de que hayáis sido entristecidos según Dios, ¡cuánta diligencia ha producido en vosotros! ¡Qué disculpas, qué indignación, qué temor, qué ansiedad, qué celo y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.

Así que, si bien os escribí, no fue por causa del que cometió la ofensa ni por causa del que la padeció, sino para que vuestra solicitud por nosotros se manifestara entre vosotros en la presencia de Dios.

Por tanto, hemos sido consolados. Pero mucho más que por nuestra consolación, nos gozamos por el gozo de Tito, porque su espíritu ha sido reanimado por todos vosotros.

Pues si en algo me he mostrado orgulloso de vosotros ante él, no quedé avergonzado. Al contrario, como os habíamos dicho todo con verdad, así también nuestro motivo de orgullo ante Tito fue hallado verdadero.

Ahora sus sentimientos se han intensificado con respecto a vosotros, recordando la obediencia de todos vosotros, de cómo lo recibisteis con temor y temblor.

Me gozo de que en todo puedo confiar en vosotros.

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La ofrenda para los santos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > La ofrenda para los santos (47:8:1 - 47:9:15)

Ahora, hermanos, os hacemos conocer la gracia de Dios que ha sido concedida a las iglesias de Macedonia;

que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza abundaron en las riquezas de su generosidad.

Porque doy testimonio de que espontáneamente han dado de acuerdo con sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,

pidiéndonos con muchos ruegos que les concediéramos la gracia de participar en la ayuda para los santos.

Y superando lo que esperábamos, se dieron primeramente ellos mismos al Señor y a nosotros, por la voluntad de Dios.

De manera que exhortamos a Tito para que así como ya había comenzado, también llevase a cabo esta gracia entre vosotros.

Por tanto, así como ya abundáis en todo—en fe, en palabra, en conocimiento, en toda diligencia y en vuestro amor para con nosotros—, abundad también en esta gracia.

No hablo como quien manda, sino para poner también a prueba, por la eficacia de otros, la sinceridad de vuestro amor.

Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros que desde el año pasado tomasteis la iniciativa, no sólo para hacerlo, sino también para quererlo hacer.

Ahora pues, llevad el hecho a su culminación para que, como fuisteis prontos a querer, así lo seáis para cumplir conforme a lo que tenéis.

Porque si primero se tiene dispuesta la voluntad, se acepta según lo que uno tenga, no según lo que no tenga.

Pero no digo esto para que haya para otros alivio, y para vosotros estrechez;

sino para que haya igualdad. En este tiempo vuestra abundancia supla lo que a ellos les falta, para que también la abundancia de ellos supla lo que a vosotros os falte, a fin de que haya igualdad;

como está escrito: El que recogió mucho no tuvo más, y el que recogió poco no tuvo menos.

Gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros.

Pues él, a la verdad, aceptó la exhortación; pero siendo también muy solícito, de su propia iniciativa partió hacia vosotros.

Y enviamos juntamente con él al hermano cuyo renombre en el evangelio se oye en todas las iglesias.

Y no sólo esto, sino que también ha sido designado por las iglesias como compañero de viaje, para llevar esta expresión de generosidad que es administrada por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar nuestra solicitud,

evitando que nadie nos desacredite con respecto a este abundante donativo que administramos.

Porque procuramos que las cosas sean honestas, no sólo delante del Señor, sino también delante de los hombres.

Y enviamos con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado muchas veces; pero ahora mucho más, por la mucha confianza que tiene en vosotros.

En cuanto a Tito, él es compañero mío y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, ellos son mensajeros de las iglesias y gloria de Cristo.

Mostrad, pues, para con ellos ante las iglesias la prueba de nuestro amor y de nuestro motivo de orgullo respecto de vosotros.

En cuanto a esta ayuda para los santos, está de más que os escriba;

pues conozco vuestra pronta disposición, por la cual me glorié de vosotros entre los de Macedonia: “Acaya está preparada desde el año pasado.” Y vuestro celo ha servido de estímulo para muchos.

Pero he enviado a estos hermanos para que el orgullo que tenemos de vosotros no sea vano en este respecto, y para que estéis preparados, como vengo diciendo.

No sea que, si van conmigo algunos macedonios y os hallan no preparados, nos avergoncemos nosotros (por no decir vosotros) por haber tenido esta confianza.

Por eso he creído conveniente exhortar a los hermanos a que vayan a vosotros con anticipación y preparen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como muestra de generosidad y no como de exigencia.

Y digo esto: El que siembra escasamente cosechará escasamente, y el que siembra con generosidad también con generosidad cosechará.

Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación; porque Dios ama al dador alegre.

Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra;

como está escrito: Esparció; dio a los pobres. Su justicia permanece para siempre.

El que da semilla al que siembra y pan para comer, proveerá y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de vuestra justicia.

Esto, para que seáis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce acciones de gracias a Dios por medio de nosotros.

Porque el ministrar este servicio sagrado no solamente suple lo que falta a los santos, sino que redunda en abundantes acciones de gracias a Dios.

Al experimentar esta ayuda, ellos glorificarán a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por vuestra liberalidad en la contribución para con ellos y con todos.

Además, por su oración a vuestro favor, demuestran que os quieren a causa de la sobreabundante gracia de Dios en vosotros.

¡Gracias a Dios por su don inefable!

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Pablo defiende su ministerio

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Pablo defiende su ministerio (47:10:1 - 47:11:15)

Ahora yo, Pablo, os exhorto por la mansedumbre y ternura de Cristo, ¡yo que en persona soy humilde entre vosotros, pero ausente soy osado para con vosotros!

Os ruego que cuando esté presente, no tenga que usar de la osadía con que resueltamente estoy dispuesto a proceder contra algunos que piensan que andamos según la carne.

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;

porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo,

y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que vuestra obediencia sea completa.

¡Miráis las cosas según las apariencias! Si alguien está convencido dentro de sí que es de Cristo, considere de nuevo que así como él es de Cristo, también nosotros lo somos.

Porque si me glorío un poco más de nuestra autoridad, la cual el Señor nos ha dado para edificación y no para vuestra destrucción, no seré avergonzado;

para que no parezca que quiero atemorizaros por cartas.

Porque dicen: “Aunque sus cartas son duras y fuertes, su presencia física es débil, y su palabra despreciable.”

Esto tenga en cuenta tal persona: Lo que somos en palabra por carta cuando estamos ausentes, lo mismo seremos también en hechos cuando estemos presentes.

Porque no osamos clasificarnos o compararnos con algunos que se recomiendan a sí mismos. Pero ellos, midiéndose y comparándose a sí mismos consigo mismos, no son juiciosos.

Pero nosotros no nos gloriaremos desmedidamente, sino conforme a la medida de la regla que Dios nos asignó, para llegar también hasta vosotros.

Porque no nos salimos de nuestros límites, como si no hubiéramos llegado a vosotros; pues hasta vosotros hemos llegado con el evangelio de Cristo,

no gloriándonos desmedidamente en trabajos ajenos. Más bien, tenemos la esperanza de que, con el progreso de vuestra fe, se incrementará considerablemente nuestro campo entre vosotros, conforme a nuestra norma;

para que anunciemos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en territorio ajeno como para gloriarnos de la obra ya realizada por otros.

Pero el que se gloría, gloríese en el Señor.

Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.

¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! ¡De veras, toleradme!

Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros como una virgen pura a Cristo.

Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, de alguna manera vuestros pensamientos se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que debéis a Cristo.

Porque si alguien viene predicando a otro Jesús al cual no hemos predicado, o si recibís otro espíritu que no habíais recibido, u otro evangelio que no habíais aceptado, ¡qué bien lo toleráis!

Porque estimo que en nada soy inferior a aquellos apóstoles eminentes;

pues aunque yo sea pobre en elocuencia, no lo soy en conocimiento, como en todo os lo he demostrado por todos los medios.

¿Cometí pecado humillándome a mí mismo para que vosotros seáis enaltecidos, porque os he predicado gratuitamente el evangelio?

He despojado a otras iglesias, recibiendo sostenimiento para ministraros a vosotros.

Cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga porque lo que me faltaba lo suplieron los hermanos cuando vinieron de Macedonia. En todo me guardé de seros gravoso, y así me guardaré.

¡Por la verdad de Cristo que está en mí, este motivo de orgullo no me será negado en las regiones de Acaya!

¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe.

Pero seguiré haciendo lo que hago, para quitarles la ocasión a aquellos que la desean, con el fin de que en lo que se jactan se encuentren en las mismas condiciones que nosotros.

Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos disfrazados como apóstoles de Cristo.

Y no es de maravillarse, porque Satanás mismo se disfraza como ángel de luz.

Así que, no es gran cosa que también sus ministros se disfracen como ministros de justificación, cuyo fin será conforme a sus obras.

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Sufrimientos de Pablo como apóstol

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Segunda epístola de San Pablo a los Corintios > Sufrimientos de Pablo como apóstol (47:11:16 - 47:11:33)

Otra vez digo: que nadie me tome por loco. Pero si no, recibidme aunque sea como a loco, para que me gloríe siquiera un poquito.

Lo que ahora digo, no lo digo según el Señor, sino como en locura, con esta base de jactancia.

Ya que muchos se jactan según la carne, también yo me jactaré.

Pues con gusto toleráis a los locos, siendo vosotros sensatos.

Porque lo toleráis si alguien os esclaviza, si alguien os devora, si alguien se aprovecha de vosotros, si alguien se ensalza, si alguien os hiere en la cara

Con vergüenza lo digo, como que hemos sido débiles. Pero en lo que otro se atreva (hablo con locura), yo también me atrevo.

¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también.

¿Son ministros de Cristo? (Hablo como delirando.) ¡Yo más! En trabajos arduos, más; en cárceles, más; en azotes, sin medida; en peligros de muerte, muchas veces.

Cinco veces he recibido de los judíos cuarenta azotes menos uno;

tres veces he sido flagelado con varas; una vez he sido apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado en lo profundo del mar.

Muchas veces he estado en viajes a pie, en peligros de ríos, en peligros de asaltantes, en peligros de los de mi nación, en peligros de los gentiles, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos;

en trabajo arduo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.

Y encima de todo, lo que se agolpa sobre mí cada día: la preocupación por todas las iglesias.

¿Quién se enferma sin que yo no me enferme? ¿A quién se hace tropezar sin que yo no me indigne?

Si es preciso gloriarse, yo me gloriaré de mi debilidad.

El Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento.

En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme;

pero fui descolgado del muro por una ventana en una canasta, y escapé de sus manos.

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