Epístolas

¿Está dividido Cristo?

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > ¿Está dividido Cristo? (46:1:10 - 46:1:17)

Os exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que os pongáis de acuerdo y que no haya más disensiones entre vosotros, sino que estéis completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer.

Porque se me ha informado de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que entre vosotros hay contiendas.

Me refiero a que uno de vosotros está diciendo: “Yo soy de Pablo,” otro “yo de Apolos,” otro “yo de Pedro” y otro “yo de Cristo”.

¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?

Doy gracias a Dios que no bauticé a ninguno de vosotros, sino a Crispo y a Gayo,

para que nadie diga que ha sido bautizado en mi nombre

(pero también bauticé a los de la casa de Estéfanas; en cuanto a los demás, no sé si bauticé a algún otro).

Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no sea hecha vana la cruz de Cristo.

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Cristo, poder y sabiduría de Dios

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Cristo, poder y sabiduría de Dios (46:1:18 - 46:1:31)

Porque para los que se pierden, el mensaje de la cruz es locura; pero para nosotros que somos salvos, es poder de Dios.

Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos.

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el disputador de esta edad presente? ¿No es cierto que Dios ha transformado en locura la sabiduría de este mundo?

Puesto que en la sabiduría de Dios, el mundo no ha conocido a Dios mediante la sabiduría, a Dios le pareció bien salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;

pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: para los judíos tropezadero, y para los gentiles locura.

Pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios.

Porque lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento: No sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles.

Más bien, Dios ha elegido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo Dios ha elegido para avergonzar a lo fuerte.

Dios ha elegido lo vil del mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es,

a fin de que nadie se jacte delante de Dios.

Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría, justificación, santificación y redención;

para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

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Proclamando a Cristo crucificado

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Proclamando a Cristo crucificado (46:2:1 - 46:2:5)

Así que, hermanos, cuando yo fui a vosotros para anunciaros el misterio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.

Porque me propuse no saber nada entre vosotros, sino a Jesucristo, y a él crucificado.

Y estuve entre vosotros con debilidad, con temor y con mucho temblor.

Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,

para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

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La revelación por el Espíritu de Dios

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > La revelación por el Espíritu de Dios (46:2:6 - 46:2:16)

Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; pero una sabiduría, no de esta edad presente, ni de los príncipes de esta edad, que perecen.

Más bien, hablamos la sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que Dios predestinó desde antes de los siglos para nuestra gloria.

Ninguno de los príncipes de esta edad conoció esta sabiduría; porque si ellos la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria.

Más bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Pero a nosotros Dios nos las reveló por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las cosas profundas de Dios.

Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Y nosotros no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado gratuitamente.

De estas cosas estamos hablando, no con las palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, interpretando lo espiritual por medios espirituales.

Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente.

En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no es juzgado por nadie.

Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.

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Colaboradores de Dios

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Epístolas > Primera epístola de San Pablo a los Corintios > Colaboradores de Dios (46:3:1 - 46:3:23)

Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niñitos en Cristo.

Os di a beber leche y no alimento sólido, porque todavía no podíais recibirlo, y ni aún ahora podéis;

porque todavía sois carnales. Pues en tanto que hay celos y contiendas entre vosotros, ¿no es cierto que sois carnales y andáis como humanos?

Porque cuando uno dice: “Yo soy de Pablo,” mientras otro dice: “Yo soy de Apolos,” ¿no sois carnales?

¿Qué, pues, es Apolos? ¿y qué es Pablo? Sólo siervos por medio de los cuales habéis creído; y a cada uno según el Señor le concedió.

Yo planté, Apolos regó; pero Dios dio el crecimiento.

Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, quien da el crecimiento.

El que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su recompensa conforme a su propia labor.

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois huerto de Dios, edificio de Dios.

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro está edificando encima. Pero cada uno mire cómo edifica encima,

porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno u hojarasca,

la obra de cada uno será evidente, pues el día la dejará manifiesta. Porque por el fuego será revelada; y a la obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará.

Si permanece la obra que alguien ha edificado sobre el fundamento, él recibirá recompensa.

Si la obra de alguien es quemada, él sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo, pero apenas, como por fuego.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque santo es el templo de Dios, el cual sois vosotros.

Nadie se engañe a sí mismo. Si alguno entre vosotros cree ser sabio en esta edad presente, hágase necio para llegar a ser sabio.

Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios, pues está escrito: El prende a los sabios en la astucia de ellos;

y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.

Así que nadie se gloríe en los hombres; pues todo es vuestro

—sea Pablo, sea Apolos, sea Pedro, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo porvenir—, todo es vuestro,

y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

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