Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Éxodo > Llamamiento de Moisés (2:3:1 - 2:4:17)
Apacentando Moisés las ovejas de su suegro Jetro, sacerdote de Madián, guió las ovejas más allá del desierto y llegó a Horeb, el monte de Dios.
Entonces se le apareció el ángel de Jehovah en una llama de fuego en medio de una zarza. El observó y vio que la zarza ardía en el fuego, pero la zarza no se consumía.
Entonces Moisés pensó: “Iré, pues, y contemplaré esta gran visión; por qué la zarza no se consume.”
Cuando Jehovah vio que él se acercaba para mirar, lo llamó desde en medio de la zarza diciéndole: —¡Moisés, Moisés! Y él respondió: —Heme aquí.
Dios le dijo: —No te acerques aquí. Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde tú estás tierra santa es.
Yo soy el Dios de tus padres: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su cara, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Y le dijo Jehovah: —Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus sufrimientos.
Yo he descendido para librarlos de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia, una tierra que fluye leche y miel, al lugar de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.
Y ahora, he aquí que el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí; también he visto la opresión con que los oprimen los egipcios.
Pero ahora, vé, pues yo te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel.
Entonces Moisés dijo a Dios: —¿Quién soy yo para ir al faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?
El respondió: —Ciertamente yo estaré contigo. Esto te servirá como señal de que yo te he enviado: Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios en este monte.
Moisés dijo a Dios: —Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros.” Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?,” ¿qué les responderé?
Dios dijo a Moisés: —YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los hijos de Israel: “YO SOY me ha enviado a vosotros.”
—Dios dijo además a Moisés—: Así dirás a los hijos de Israel: “JEHOVAH, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros.” Este es mi nombre para siempre; éste será el nombre con que seré recordado de generación en generación.
Vé, reúne a los ancianos de Israel y diles: “Jehovah, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: De cierto yo os he visitado y he visto lo que se os ha hecho en Egipto.
Y he dicho que yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra de los cananeos, heteos, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos; a una tierra que fluye leche y miel.”
Ellos escucharán tu voz, y tú irás con los ancianos de Israel al rey de Egipto, y le diréis: “Jehovah, el Dios de los hebreos, ha venido a nuestro encuentro. Ahora permite que vayamos al desierto, a tres días de camino, para ofrecer sacrificios a Jehovah nuestro Dios.”
Yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sin que una poderosa mano lo obligue.
Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con todas mis maravillas que haré en él, y después de esto os dejará ir.
También daré a este pueblo gracia ante los ojos de los egipcios, de modo que cuando salgáis no os vayáis con las manos vacías.
Cada mujer pedirá a su vecina y a la que habita en su casa, objetos de plata, objetos de oro y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos e hijas. Así despojaréis a los egipcios.
Entonces respondió Moisés y dijo: —¿Y si ellos no me creen ni escuchan mi voz, sino que dicen: “No se te ha aparecido Jehovah”?
Jehovah le preguntó: —¿Qué es eso que tienes en tu mano? El respondió: —Una vara.
Y él le dijo: —Tírala al suelo. El la tiró al suelo, y se convirtió en una serpiente. Y Moisés huía de ella.
Entonces Jehovah dijo a Moisés: —Extiende tu mano y agárrala por la cola. El extendió su mano y la agarró, y volvió a ser vara en su mano.
—Esto es para que crean que se te ha aparecido Jehovah, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
—Jehovah también le dijo—: Mete tu mano en tu seno. El metió su mano en su seno, y al sacarla, he aquí que su mano estaba leprosa, blanca como la nieve.
Entonces le dijo: —Vuelve a meter tu mano en tu seno. El volvió a meter su mano en su seno; y al volver a sacarla de su seno, he aquí que volvió a ser como el resto de su carne.
—Y sucederá que si no te creen ni te escuchan a la primera señal, te creerán a la segunda señal.
Y sucederá que si no te creen a estas dos señales ni escuchan tu voz, tomarás agua del Nilo y la derramarás en tierra seca. El agua que tomarás del Nilo se convertirá en sangre sobre la tierra seca.
Entonces Moisés dijo a Jehovah: —Oh Señor, yo jamás he sido hombre de palabras, ni antes ni desde que tú hablas con tu siervo. Porque yo soy tardo de boca y de lengua.
Jehovah le respondió: —¿Quién ha dado la boca al hombre? ¿Quién hace al mudo y al sordo, al que ve con claridad y al que no puede ver? ¿No soy yo, Jehovah?
Ahora pues, vé; y yo estaré con tu boca y te enseñaré lo que has de decir.
Y él dijo: —¡Oh Señor; por favor, envía a otra persona!
Entonces el furor de Jehovah se encendió contra Moisés, y le dijo: —¿No conozco yo a tu hermano Aarón el levita? Yo sé que él habla bien. He aquí que él viene a tu encuentro; y al verte, se alegrará en su corazón.
Tú le hablarás y pondrás en su boca las palabras. Yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer.
El hablará por ti al pueblo y será para ti como boca, y tú serás para él como Dios.
Lleva en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.