Salmos

Meditación sobre los hechos poderosos de Dios. Al músico principal; para Jedutún. Salmo de Asaf.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Meditación sobre los hechos poderosos de Dios. Al músico principal; para Jedutún. Salmo de Asaf. (19:77:1 - 19:77:20)

(Al músico principal. Para Jedutún. Salmo de Asaf) Mi voz elevo a Dios y clamo; mi voz elevo a Dios, y él me escucha.

A Dios busco en el día de mi angustia. Sin cesar extiendo a él mis manos en la noche; mi alma rehúsa el consuelo.

Me acuerdo de Dios y gimo; medito, y mi espíritu desfallece. (Selah)

Tú retienes los párpados de mis ojos; estoy turbado y no puedo hablar.

Considero los días de antaño, los años antiguos.

Recuerdo mi canto en la noche. Medito en mi corazón, y mi espíritu investiga.

¿Acaso nos desechará el Señor para siempre? ¿Ya no volverá a ser propicio?

¿Se ha agotado para siempre su misericordia? ¿Se han acabado sus promesas por generación y generación?

¿Se ha olvidado de ser clemente? ¿En su ira ha cerrado su compasión? (Selah)

Y pienso: Mi tristeza es que haya cambio en la diestra del Altísimo.

Me acuerdo de las obras de Jehovah; sí, me acuerdo de tus maravillas del pasado.

Medito en todos tus hechos, y reflexiono en tus actos.

Oh Dios, santo es tu camino. ¿Qué Dios es grande como nuestro Dios?

Tú eres un Dios que hace maravillas; has hecho conocer tu poder entre los pueblos.

Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. (Selah)

Las aguas te vieron, oh Dios; las aguas te vieron y temblaron. Se estremecieron los abismos.

Los nubarrones vertieron sus aguas; tronaron las nubes; también se desplazaron tus rayos.

El tronar de tu voz estaba en el torbellino; los relámpagos alumbraron al mundo; la tierra se estremeció y tembló.

Tu camino estaba en el mar, y tu sendero en las caudalosas aguas. Pero tus huellas nadie las pudo conocer.

Como a un rebaño has conducido a tu pueblo por medio de Moisés y de Aarón.

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Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel. Masquil de Asaf.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel. Masquil de Asaf. (19:78:1 - 19:87:7)

(Masquil de Asaf) Escucha, oh pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

Abriré mi boca en parábolas; evocaré las cosas escondidas del pasado,

las cuales hemos oído y entendido, porque nos las contaron nuestros padres.

No las encubriremos a sus hijos. A la generación venidera contaremos las alabanzas de Jehovah, y de su poder y de las maravillas que hizo.

El estableció su testimonio en Jacob y puso la ley en Israel. Mandó a nuestros padres que lo hicieran conocer a sus hijos,

para que lo supiese la generación venidera y sus hijos que nacieran, para que los que surgiesen lo contaran a sus hijos,

para que pusiesen en Dios su confianza y no se olvidaran de las obras de Dios, a fin de que guardasen sus mandamientos;

para que no fuesen como sus padres: una generación porfiada y rebelde, una generación que no dispuso su corazón, ni su espíritu fue fiel para con Dios.

Los hijos de Efraín, armados con excelentes arcos, volvieron las espaldas en el día de la batalla.

No guardaron el pacto de Dios y rehusaron andar en su ley.

Más bien, se olvidaron de sus obras, de las maravillas que les había mostrado.

Delante de sus padres Dios hizo maravillas en la tierra de Egipto, en los campos de Tanis.

Dividió el mar y los hizo pasar; hizo que las aguas se detuvieran como en un dique.

De día los condujo con una nube, toda la noche con resplandor de fuego.

Partió las peñas en el desierto, y les dio a beber del gran abismo.

Sacó corrientes de la peña e hizo descender aguas como ríos.

A pesar de esto, volvieron a pecar contra él; se rebelaron contra el Altísimo en el desierto.

Probaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su antojo.

Y hablaron contra Dios diciendo: “¿Podrá preparar una mesa en el desierto?

He aquí que golpeó la peña, y fluyeron aguas; y corrieron arroyos en torrentes. Pero, ¿podrá también dar pan? ¿Podrá proveer carne para su pueblo?”

Jehovah lo oyó y se indignó; fuego se encendió contra Jacob, y la ira descendió contra Israel.

Porque no creyeron a Dios, ni confiaron en su liberación,

a pesar de que mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos;

a pesar de que hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo del cielo.

Pan de fuertes comió el hombre; les envió comida hasta saciarles.

Levantó en el cielo el viento del oriente, y trajo el viento del sur con su poder.

Así hizo llover sobre ellos carne como polvo, aves aladas como la arena del mar.

Las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus tiendas.

Comieron hasta hartarse; les dio satisfacción a su apetito.

Pero cuando no habían colmado su apetito, estando la comida aún en sus bocas,

descendió sobre ellos la ira de Dios, y mató a los más distinguidos de ellos; derribó a los escogidos de Israel.

Con todo, siguieron pecando y no dieron crédito a sus maravillas.

Por eso los consumió en la vanidad, y consumió sus años con pánico.

Cuando los hacía morir, entonces buscaban a Dios, y solícitos volvían a acercarse a él.

Se acordaron de que Dios es su Roca; de que el Dios Altísimo es su Redentor.

Pero le halagaban con la boca, y con su lengua le mentían.

Pues sus corazones no eran firmes para con él, ni eran fieles con su pacto.

Con todo, él perdonaba misericordioso la maldad y no los destruía. En muchas ocasiones apartó su ira y no despertó todo su enojo.

Se acordó de que ellos eran carne, un soplo que va y no vuelve.

¡Cuántas veces lo amargaron en el desierto; lo entristecieron en la sequedad!

Volvían a probar a Dios, e irritaban al Santo de Israel.

No se acordaron de su mano en el día que los redimió del adversario,

cuando impuso en Egipto sus señales y sus maravillas en los campos de Tanis.

Convirtió en sangre sus canales; también sus corrientes, para que no bebiesen.

Envió contra ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los infestaban.

También entregó sus productos a la oruga, y el fruto de sus labores a la langosta.

Sus viñas destruyó con granizo y sus higuerales con aluvión.

Entregó los animales al granizo, y sus ganados a los rayos.

Envió sobre ellos el furor de su ira, enojo, indignación y angustia, como delegación de mensajeros destructores.

Dio vía libre a su furor; no eximió sus almas de la muerte; sus vidas entregó a la epidemia.

Hirió a todos los primogénitos de Egipto, primicias del vigor de las tiendas de Cam.

Pero hizo que su pueblo partiera cual manada y los llevó por el desierto cual rebaño.

Los guió con seguridad, para que no tuvieran miedo; y el mar cubrió a sus enemigos.

Después los trajo al territorio de su santuario; a este monte que adquirió con su diestra.

Arrojó a las naciones de delante de ellos, les repartió a cordel la heredad, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.

Pero pusieron a prueba al Dios Altísimo y lo amargaron, y no guardaron sus testimonios.

Más bien, se volvieron atrás y se rebelaron como sus padres. Se desviaron como arco engañoso.

Lo airaron con sus lugares altos, y con sus imágenes le provocaron a celos.

Dios lo oyó y se encendió en ira; en gran manera rechazó a Israel.

Abandonó el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres.

Entregó su poderío a la cautividad; y su gloria, en manos del enemigo.

También entregó su pueblo a la espada; se airó contra su posesión.

El fuego devoró a sus jóvenes; sus vírgenes no fueron alabadas.

Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no hicieron lamentación.

Entonces se despertó el Señor, a la manera del que duerme, como un guerrero que grita excitado por el vino.

E hirió a sus enemigos haciéndolos retroceder, y los puso como afrenta perpetua.

Desechó la tienda de José; no escogió a la tribu de Efraín.

Más bien, escogió a la tribu de Judá; el monte Sion, al cual amó.

Allí edificó su santuario como las alturas; como la tierra, a la cual cimentó para siempre.

Eligió a su siervo David; lo tomó de los rediles de las ovejas.

Jehovah dirá, al inscribir a los pueblos: “Este nació allí.” (Selah)

Y tanto los que cantan como los que danzan dirán: “¡Todas mis fuentes están en ti!”

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Súplica por la liberación de la muerte. Cántico. Salmo para los hijos de Coré. Al músico principal, para cantar sobre Mahalat. Masquil de Hemán ezraíta.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Súplica por la liberación de la muerte. Cántico. Salmo para los hijos de Coré. Al músico principal, para cantar sobre Mahalat. Masquil de Hemán ezraíta. (19:88:1 - 19:88:18)

(Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al músico principal. Sobre Majalat. Para ser cantado. Masquil de Hemán el ezraíta) Oh Jehovah, Dios de mi salvación, día y noche clamo delante de ti.

Llegue mi oración a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor,

porque mi alma está harta de males, y mi vida se ha acercado al Seol.

Soy contado con los que descienden a la fosa; soy como un hombre sin fuerzas.

Estoy libre entre los muertos, como los cadáveres que yacen en la tumba, de quienes ya no te acuerdas, y que han sido arrebatados de tu mano.

Me has puesto en la honda fosa, en lugares tenebrosos, en lugares profundos.

Sobre mí reposa tu ira; me has afligido con todas tus olas. (Selah)

Has alejado de mí a mis conocidos; me has puesto como abominación para ellos. Estoy encerrado; no puedo salir.

Mis ojos se enfermaron a causa de mi aflicción. Cada día te he invocado, oh Jehovah; a ti he extendido mis manos.

¿Acaso harás milagros para los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte? (Selah)

¿Se contará en el sepulcro acerca de tu misericordia, o de tu verdad en el Abadón?

¿Será conocida en las tinieblas tu maravilla, y tu justicia en la tierra del olvido?

Pero a ti he invocado, oh Jehovah; de mañana sale a tu encuentro mi oración.

¿Por qué desechas mi alma, oh Jehovah? ¿Por qué escondes de mí tu rostro?

Yo estoy pobre y abatido; desde mi infancia he cargado tus terrores. ¡Ya no puedo más!

Sobre mí ha pasado tu ira; tus terrores me han destruido.

De continuo me han rodeado como inundación, y al mismo tiempo me han cercado.

Has alejado de mí a mis amigos y compañeros; sólo las tinieblas son mi compañía.

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Pacto de Dios con David. Masquil de Etán ezraíta.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > Pacto de Dios con David. Masquil de Etán ezraíta. (19:89:1 - 19:89:52)

(Masquil de Eitán el ezraíta) Perpetuamente cantaré las misericordias de Jehovah; con mi boca daré a conocer tu fidelidad de generación en generación.

Diré: Para siempre será edificada la misericordia; en los mismos cielos establecerás tu fidelidad.

“Yo hice un pacto con mi escogido; juré a mi siervo David, diciendo:

Para siempre confirmaré tu descendencia y edificaré tu trono por todas las generaciones.” (Selah)

Los cielos celebrarán, oh Jehovah, tus maravillas; y tu fidelidad, en la congregación de los santos.

Porque, ¿quién en las nubes se comparará con Jehovah? ¿Quién será semejante a Jehovah entre los hijos de los poderosos?

Dios es temible en la gran asamblea de los santos; formidable sobre todos cuantos están a su alrededor.

Oh Jehovah Dios de los Ejércitos, ¿quién como tú? ¡Poderoso eres, oh Jehovah! Tu fidelidad te rodea.

Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando sus olas se levantan, tú las sosiegas.

Tú quebrantaste a Rahab como a un cadáver; con el brazo de tu poder esparciste a tus enemigos.

Tuyos son los cielos, tuya es también la tierra; el mundo y su plenitud, tú los fundaste.

Al norte y al sur, tú los creaste; el Tabor y el Hermón cantarán a tu nombre.

Tuyo es el brazo poderoso; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de tu rostro.

¡Bienaventurado el pueblo que conoce el grito de júbilo! Andarán a la luz de tu rostro, oh Jehovah.

En tu nombre se alegrarán todo el día, y en tu justicia serán enaltecidos.

Porque tú eres la gloria de su poder, y por tu buena voluntad exaltarás nuestro poderío.

¡Jehovah es nuestro escudo! ¡Nuestro Rey es el Santo de Israel!

Antaño hablaste en visión a tus piadosos y les dijiste: “Yo he puesto el socorro sobre un valiente; he enaltecido a uno escogido de mi pueblo.

Hallé a mi siervo David y lo ungí con mi aceite santo.

Mi mano estará firme con él; también mi brazo lo fortalecerá.

No lo doblegará el enemigo; ningún hijo de iniquidad lo quebrantará.

Pero yo quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a los que le aborrecen.

Mi fidelidad y mi misericordia estarán con él; en mi nombre será enaltecido su poderío.

Asimismo, pondré su mano sobre el mar, y su mano derecha sobre los ríos.

El me dirá: Tú eres mi padre; eres mi Dios y la roca de mi salvación.

Yo también le pondré por primogénito, más alto que los reyes de la tierra.

Para siempre le confirmaré mi misericordia, y mi pacto será firme para con él.

Estableceré su linaje para siempre, y su trono como los días de los cielos.

Si sus hijos dejan mi ley y no caminan en mis juicios,

si profanan mis estatutos y no guardan mis mandamientos,

entonces castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades.

Pero no retiraré de él mi misericordia, ni falsearé mi fidelidad.

No profanaré mi pacto, ni cambiaré lo que ha salido de mis labios.

Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David:

Su descendencia será para siempre; y su trono, delante de mí, como el sol.

Será como la luna, que permanece firme para siempre, un fiel testigo en medio de las nubes.” (Selah)

Pero tú has desechado y menospreciado a tu ungido; te has airado contra él.

Tú has rechazado el pacto de tu siervo, y su diadema has profanado hasta el suelo.

Has roto todos sus vallados y has convertido en ruinas sus fortalezas.

Lo saquean todos los que pasan por el camino; es objeto de afrenta a sus vecinos.

Has enaltecido la mano derecha de sus enemigos, y has alegrado a todos sus adversarios.

Asimismo, has hecho volver atrás su espada y no lo levantaste en la batalla.

Has hecho cesar el cetro de su esplendor, y has echado su trono por tierra.

Has acortado los días de su juventud, y le has cubierto de afrenta. (Selah)

¿Hasta cuándo, oh Jehovah? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego?

Recuerda, por favor, cuán pasajero soy. ¿Por qué habrás creado en vano a todos los hijos del hombre?

¿Qué hombre vivirá y no verá la muerte? ¿Librarás su vida del poder del Seol? (Selah)

Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias que por tu fidelidad juraste a David?

Señor, acuérdate del oprobio de tus siervos, el de muchos pueblos que llevo en mi seno.

Porque tus enemigos, oh Jehovah, han deshonrado, han deshonrado los pasos de tu ungido.

¡Bendito sea Jehovah para siempre! Amén y amén.

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La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre. Oración de Moisés, varón de Dios.

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Poéticos y Sapienciales > Salmos > La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre. Oración de Moisés, varón de Dios. (19:90:1 - 19:90:17)

(Oración de Moisés, hombre de Dios) Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios.

Haces que el hombre vuelva al polvo. Dices: “¡Retornad, oh hijos del hombre!”

Pues mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó. Son como una de las vigilias de la noche.

Los arrasas; son como un sueño: En la mañana son como la hierba que crece;

en la mañana brota y crece, y al atardecer se marchita y se seca.

Porque con tu furor somos consumidos, y con tu ira somos turbados.

Has puesto nuestras maldades delante de ti; nuestros secretos están ante la luz de tu rostro.

Pues todos nuestros días pasan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un suspiro.

Los días de nuestra vida son setenta años; y en los más robustos, ochenta años. La mayor parte de ellos es duro trabajo y vanidad; pronto pasan, y volamos.

¿Quién conoce el poder de tu ira y de tu indignación, como debes ser temido?

Enséñanos a contar nuestros días, de tal manera que traigamos al corazón sabiduría.

¡Vuelve, oh Jehovah! ¿Hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

Alégranos conforme a los días de nuestra aflicción, y a los años en que hemos visto el mal.

Sea manifestada tu obra a tus siervos, y tu esplendor sobre sus hijos.

Sea sobre nosotros la gracia de Jehovah nuestro Dios. La obra de nuestras manos confirma entre nosotros; sí, confirma la obra de nuestras manos.

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