Amonestaciones de la Sabiduría
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Escucha, hijo mío, la disciplina de tu padre, y no abandones la instrucción de tu madre;
porque diadema de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello.
Hijo mío, si los pecadores te quisieran persuadir, no lo consientas.
Si te dicen: “Ven con nosotros; estemos al acecho para derramar sangre y embosquemos sin motivo a los inocentes;
los tragaremos vivos, como el Seol, enteros, como los que descienden a la fosa;
hallaremos riquezas de toda clase; llenaremos nuestras casas de ganancias;
echa tu suerte con nosotros; tengamos todos una sola bolsa”
Hijo mío, no andes en el camino de ellos; aparta tu pie de sus senderos,
porque sus pies corren al mal y se apresuran a derramar sangre.
Ciertamente en vano se tiende la red ante los ojos de toda ave.
Pero ellos ponen acechanzas a su propia sangre; a sus propias vidas ponen trampa.
Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida a los que la poseen.
La sabiduría llama en las calles; da su voz en las plazas.
Proclama sobre las murallas, en las entradas de las puertas de la ciudad pronuncia sus dichos:
“¿Hasta cuándo, oh ingenuos, amaréis la ingenuidad? ¿Hasta cuándo los burladores desearán el burlarse, y los necios aborrecerán el conocimiento?
¡Volveos ante mi reprensión! ¡He aquí, yo os manifestaré mi espíritu y os haré saber mis palabras!
“Pero, por cuanto llamé, y os resististeis; extendí mis manos, y no hubo quien escuchara
(más bien, desechasteis todo consejo mío y no quisisteis mi reprensión),
yo también me reiré en vuestra calamidad. Me burlaré cuando os llegue lo que teméis,
cuando llegue como destrucción lo que teméis, cuando vuestra calamidad llegue como un torbellino y vengan sobre vosotros tribulación y angustia.
“Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán con diligencia y no me hallarán,
por cuanto aborrecieron el conocimiento y no escogieron el temor de Jehovah.
No quisieron mi consejo y menospreciaron toda reprensión mía.
Entonces comerán del fruto de su camino y se saciarán de sus propios consejos.
Porque su descarrío matará a los ingenuos, y su dejadez echará a perder a los necios.
Pero el que me escuche habitará confiadamente y estará tranquilo, sin temor del mal.”