Job reprocha la actitud de sus amigos
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Entonces respondió Job y dijo:
—¡Oh, si pudieran pesar mi angustia, y pusiesen igualmente mi ruina en la balanza!
Ciertamente ahora pesarían más que la arena de los mares. Por eso mis palabras han sido apresuradas;
porque las flechas del Todopoderoso están en mí, y mi espíritu bebe su veneno. Me combaten los terrores de parte de Dios.
¿Acaso rebuzna el asno montés junto a la hierba? ¿Acaso muge el buey junto a su forraje?
¿Se comerá lo insípido sin sal? ¿Habrá gusto en la baba de la malva?
Mi alma rehúsa tocarlos, pero ellos están como mi repugnante comida.
¡Quién hiciera que se cumpliese mi petición, y que Dios me concediese mi anhelo;
que Dios se dignara aplastarme; que soltara su mano y acabara conmigo!
Aun esto sería mi consuelo, y saltaría de gozo en medio de mi dolor sin tregua: el que no he negado las palabras del Santo.
¿Qué fuerza tengo para esperar aún? ¿Qué meta tengo para alargar mi vida?
¿Acaso mi fuerza es como la fuerza de las piedras? ¿Acaso mi cuerpo es de bronce?
Ciertamente no tengo ayuda en mí mismo, y los recursos han sido alejados de mí.
Un desesperado debe contar con la lealtad de su amigo, aunque abandone el temor del Todopoderoso.
Pero mis hermanos me han decepcionado como un torrente; han pasado como la corriente de los arroyos,
que son turbios por causa del deshielo, y en ellos desaparece la nieve.
En el tiempo del calor son silenciados, y al calentarse desaparecen de su lugar.
Las caravanas se apartan de su ruta; desaparecen en el vacío y perecen.
Las caravanas de Temán ponen su mira en ellos; en ellos esperan los viajeros de Saba.
Pero son confundidos por haber confiado; cuando llegan a ellos, quedan defraudados.
Ciertamente, ahora habéis llegado a ser así; habéis visto el horror y tenéis miedo.
¿Acaso yo os he dicho: “Traedme algo,” o: “De vuestros recursos ofreced algo en mi favor,”
o: “Libradme de la mano del enemigo,” o: “Rescatadme de la mano de los violentos”?
Enseñádmelo, y yo me callaré; hacedme entender en qué he errado.
¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Pero vosotros, ¿qué es lo que pretendéis reprender?
¿Pensáis reprender las palabras y los dichos de un desesperado, como si fueran viento?
Vosotros seríais capaces de rifar a un huérfano y de especular sobre vuestro amigo.
Ahora pues, dignaos prestarme atención, pues ciertamente no mentiré ante vuestra cara.
Por favor, desistid, y que no haya iniquidad. Sí, desistid, pues está en juego mi reivindicación.
¿Acaso hay iniquidad en mi lengua? ¿Acaso mi paladar no puede discernir las calamidades?