Los mensajeros de Juan el Bautista
San Mateo 11:1 – San Mateo 11:19
Aconteció que, cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.
Ahora bien, cuando oyó Juan en la cárcel de los hechos de Cristo, envió a él por medio de sus discípulos,
y le dijo: —¿Eres tú aquel que ha de venir, o esperaremos a otro?
Y respondiendo Jesús les dijo: —Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis:
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el evangelio.
Y bienaventurado es el que no toma ofensa en mí.
Mientras ellos se iban, Jesús comenzó a hablar de Juan a las multitudes: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropa delicada? He aquí, los que se visten con ropa delicada están en los palacios de los reyes.
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? ¡Sí, os digo, y más que profeta!
Este es aquel de quien está escrito: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu rostro, quien preparará tu camino delante de ti.
De cierto os digo que no se ha levantado entre los nacidos de mujer ningún otro mayor que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos se apoderan de él.
Porque todos los Profetas y la Ley profetizaron hasta Juan.
Y si lo queréis recibir, él es el Elías que había de venir.
El que tiene oídos, oiga.
«Pero, ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y dan voces a sus compañeros,
diciendo: Os tocamos la flauta, y no bailasteis; entonamos canciones de duelo y no lamentasteis.
Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Tiene demonio.
Y vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hechos.»