La entrada triunfal en Jerusalén
San Mateo 21:1 – San Mateo 21:11
Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces Jesús envió a dos discípulos,
diciéndoles: —Id a la aldea que está frente a vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada, y un borriquillo con ella. Desatadla y traédmelos.
Si alguien os dice algo, decidle: «El Señor los necesita, y luego los enviará.»
Todo esto aconteció para cumplir lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Decid a la hija de Sion: «He aquí tu Rey viene a ti, manso y sentado sobre una asna y sobre un borriquillo, hijo de bestia de carga.»
Los discípulos fueron e hicieron como Jesús les mandó.
Trajeron el asna y el borriquillo y pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima de ellos.
La mayor parte de la multitud tendió sus mantos en el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.
Las multitudes que iban delante de él y las que le seguían aclamaban diciendo: —¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
Cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió diciendo: —¿Quién es éste?
Y las multitudes decían: —Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
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¿Qué pasó con toda esa multitud que el día anterior lo aclamaba como su rey? ¿porqué no había nadie que al menos le alcance al Señor algo de comer? Un día lo llamaron rey y al día siguiente el Señor tenía hambre y aquellos que lo aclamaban lo habían dejado.
Para entender bien las escrituras, a veces es preciso ubicarnos en la época, pues muchos errores se cometen al confundir los tiempos o pensar que lo que vivimos ahora era lo que vivían en los tiempos del Señor en la tierra.
Israel estaba sometido bajo el poder del Imperio Romano. Pero, Los romanos respetaban la religión judía, sus leyes e instituciones. Les permitían celebrar el sábado (día sagrado) quedar exentos del servicio militar y celebrar juicios civiles y religiosos. En tiempos del Señor se destacaban tres figuras o instituciones relacionadas de una o de otra forma con la vida de Jesús: Herodes I el Grande y sus sucesores; el gobernador romano Poncio Pilato y el Sanedrín.
Las escrituras decían que en Israel nacería un gran rey que libertaría a su pueblo, restituyendo el trono de David y poniendo a sus enemigos bajo sus pies. Entonces, cuando Jesús entra en Jerusalén, fue recibido por gran multitud de gente que lo aclamaban como su rey, pensaron que había llegado la hora del cumplimiento de la profecía (lo que ellos entendían como que se cumpliría), osea, este rey capturaría el poder bajo espada y expulsaría a los romanos, restituyendo el trono del Gran Rey David. No se concebir que todos aquellos que tendían ramas en el camino y clamaban: “¡Hosanna!,” tenían interés en Cristo como príncipe espiritual. No, ellos pensaban que Él había de ser un libertador frente al dominio de Roma, y cuando posteriormente descubrieron que estaban equivocados, hubo una gran decepción y hasta le llegaron a odiar tanto como le habían amado, “¡Crucifícale, crucifícale!,” fue un grito tan fuerte y vehemente como: “¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor!” .
Muchos leemos la biblia muy superficialmente, pero es necesario también reflexionar en los detalles que a veces pasan desapercibidos. En la noche del día de la entrada triunfal a Jerusalén, Jesús no durmió en Jerusalén, sino que se fue con solamente sus discípulos a un poblado cercano a pasar la noche ¿porqué no pernoctó en Jerusalén? ¿Dónde se quedó la multitud que lo aclamaba? ¿Acaso no hubo quién lo alojara en su casa?. Nadie le invitó a pasar la noche en su casa, al día siguiente tuvo hambre y no hubo quién le proporcione alimento.
Salvo, mejor parecer.