Las obras de la carne y el fruto del Espíritu
Epístola de San Pablo a los Gálatas 5:16 – Epístola de San Pablo a los Gálatas 6:10
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne.
Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente, para que no hagáis lo que quisierais.
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza, desenfreno,
idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, ira, contiendas, disensiones, partidismos,
envidia, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas, de las cuales os advierto, como ya lo hice antes, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley,
porque los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu.
No seamos vanidosos, irritándonos unos a otros y envidiándonos unos a otros.
Hermanos, en caso de que alguien se encuentre enredado en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros y de esta manera cumpliréis la ley de Cristo.
Porque si alguien estima que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.
Así que, examine cada uno su obra, y entonces tendrá motivo de orgullo sólo en sí mismo y no en otro;
porque cada cual llevará su propia carga.
El que recibe instrucción en la palabra comparta toda cosa buena con quien le instruye.
No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará.
Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos.
Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
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