Juicio de Jehová contra los soberbios
Isaías 2:5 – Isaías 2:22
¡Oh casa de Jacob, venid y caminemos a la luz de Jehovah!
Ciertamente tú has rechazado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque ellos están llenos de costumbres orientales y de adivinos, como los filisteos; y hacen tratos con los hijos de extranjeros.
Su tierra se ha llenado de plata y de oro, y sus tesoros no tienen fin. También su tierra se ha llenado de caballos, y sus carros son innumerables.
Además, su tierra se ha llenado de ídolos. Adoran la obra de sus manos, lo que sus dedos han hecho.
Así se ha postrado el hombre; el ser humano se ha rebajado. Por tanto, no los perdones.
Métete en la roca; escóndete en el polvo ante la temible presencia de Jehovah y ante el esplendor de su majestad.
Los ojos altivos del hombre serán humillados, y la soberbia del ser humano será postrada. Sólo Jehovah será enaltecido en aquel día.
Porque el día de Jehovah de los Ejércitos vendrá contra todo arrogante y altivo, y contra todo el que se ha enaltecido, el cual será humillado.
Vendrá contra todos los cedros del Líbano, altos y erguidos, y contra todas las encinas de Basán.
Vendrá contra todas las altas montañas y contra todas las colinas elevadas.
Vendrá contra toda torre alta y contra todo muro fortificado,
contra todas las naves de Tarsis y contra todos los barcos lujosos.
La altivez del hombre será postrada; la soberbia del ser humano será humillada. Sólo Jehovah será enaltecido en aquel día,
y los ídolos desaparecerán por completo.
Los hombres se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, a causa de la temible presencia de Jehovah y del esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra.
En aquel día los hombres arrojarán a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que habían hecho para adorarlos,
a fin de meterse en las grietas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, a causa de la temible presencia de Jehovah y del esplendor de su majestad, cuando Jehovah se levante para hacer temblar la tierra.
Dejad de confiar en el hombre, cuyo hálito está en su nariz; pues, ¿de qué estima es digno?