Meditación sobre los hechos poderosos de Dios. Al músico principal; para Jedutún. Salmo de Asaf.

Salmos 77:1 – Salmos 77:20

(Al músico principal. Para Jedutún. Salmo de Asaf) Mi voz elevo a Dios y clamo; mi voz elevo a Dios, y él me escucha.

A Dios busco en el día de mi angustia. Sin cesar extiendo a él mis manos en la noche; mi alma rehúsa el consuelo.

Me acuerdo de Dios y gimo; medito, y mi espíritu desfallece. (Selah)

Tú retienes los párpados de mis ojos; estoy turbado y no puedo hablar.

Considero los días de antaño, los años antiguos.

Recuerdo mi canto en la noche. Medito en mi corazón, y mi espíritu investiga.

¿Acaso nos desechará el Señor para siempre? ¿Ya no volverá a ser propicio?

¿Se ha agotado para siempre su misericordia? ¿Se han acabado sus promesas por generación y generación?

¿Se ha olvidado de ser clemente? ¿En su ira ha cerrado su compasión? (Selah)

Y pienso: Mi tristeza es que haya cambio en la diestra del Altísimo.

Me acuerdo de las obras de Jehovah; sí, me acuerdo de tus maravillas del pasado.

Medito en todos tus hechos, y reflexiono en tus actos.

Oh Dios, santo es tu camino. ¿Qué Dios es grande como nuestro Dios?

Tú eres un Dios que hace maravillas; has hecho conocer tu poder entre los pueblos.

Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. (Selah)

Las aguas te vieron, oh Dios; las aguas te vieron y temblaron. Se estremecieron los abismos.

Los nubarrones vertieron sus aguas; tronaron las nubes; también se desplazaron tus rayos.

El tronar de tu voz estaba en el torbellino; los relámpagos alumbraron al mundo; la tierra se estremeció y tembló.

Tu camino estaba en el mar, y tu sendero en las caudalosas aguas. Pero tus huellas nadie las pudo conocer.

Como a un rebaño has conducido a tu pueblo por medio de Moisés y de Aarón.