Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Proféticos > JeremÃas > SedequÃas consulta secretamente a JeremÃas (24:38:14 - 24:38:28)
Después el rey SedequÃas mandó traer a su presencia al profeta JeremÃas, a la tercera entrada que habÃa en la casa de Jehovah. Y el rey dijo a JeremÃas: —Yo te voy a preguntar una cosa. No me encubras nada.
JeremÃas dijo a SedequÃas: —Si te lo revelo, ¿no me harás morir? Y si te doy consejo, no me escucharás.
Y el rey SedequÃas juró en secreto a JeremÃas diciendo: —Vive Jehovah que ha hecho nuestras almas, que no te haré morir, ni te entregaré en mano de esos hombres que buscan tu vida.
Entonces JeremÃas dijo a SedequÃas: —Asà ha dicho Jehovah Dios de los Ejércitos, Dios de Israel: “Si de hecho te rindes a los oficiales del rey de Babilonia, vivirá tu alma, y esta ciudad no será incendiada. Asà vivirás, tú y tu casa.
Pero si no te rindes a los oficiales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los caldeos, y la incendiarán, y tú no escaparás de sus manos.”
El rey SedequÃas dijo a JeremÃas: —Yo tengo miedo de los judÃos que se han pasado a los caldeos, de que me entreguen en sus manos y se ensañen contra mÃ.
JeremÃas le dijo: —No te entregarán. Escucha, por favor, la palabra de Jehovah que yo te hablo, y te irá bien; y tu alma vivirá.
Pero si rehúsas rendirte, ésta es la palabra que me ha revelado Jehovah:
“He aquà que todas las mujeres que han quedado en la casa del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia. Y ellas mismas dirán: Te incitaron y prevalecieron contra ti tus hombres más Ãntimos. Tus pies se hundieron en el lodo, y ellos se volvieron atrás.
A todas tus mujeres y a tus hijos entregarán a los caldeos. Tú no escaparás de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia serás apresado, y esta ciudad será incendiada.
Entonces SedequÃas dijo a JeremÃas: —Nadie sepa de estas palabras, y no morirás.
Si los magistrados se enteran de que yo he hablado contigo y vienen a ti y te dicen: “Decláranos, por favor, qué hablaste con el rey, y dinos qué te dijo el rey. No nos lo encubras, y no te mataremos,”
les dirás: “He presentado al rey mi súplica para que no me haga volver a la casa de Jonatán, a morir allÃ.”
Vinieron, pues, a JeremÃas todos los magistrados y le interrogaron. El les respondió conforme a todo lo que le habÃa mandado el rey. Con esto dejaron de ocuparse de él, porque el asunto no habÃa sido oÃdo.
Y JeremÃas permaneció en el patio de la guardia hasta el dÃa en que fue tomada Jerusalén. Allà estaba él cuando Jerusalén fue tomada.
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