Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Crónicas > Reinado de Joás de Judá (14:24:1 - 14:24:27)
Joás tenía 7 años cuando comenzó a reinar, y reinó 40 años en Jerusalén. El nombre de su madre era Sibia, de Beerseba.
Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehovah, todo el tiempo del sacerdote Joyada.
Joyada tomó para el rey dos mujeres, y éste engendró hijos e hijas.
Aconteció después de esto que Joás decidió reparar la casa de Jehovah.
Entonces reunió a los sacerdotes y a los levitas, y les dijo: —Recorred las ciudades de Judá y reunid de todo Israel el dinero para reparar de año en año la casa de vuestro Dios. Poned diligencia en este asunto. Pero los levitas no pusieron diligencia.
Entonces el rey llamó a Joyada, el sumo sacerdote, y le dijo: —¿Por qué no has requerido de los levitas que traigan de Judá y de Jerusalén la contribución que Moisés, siervo de Jehovah, y la congregación de Israel establecieron para el tabernáculo del testimonio?
Pues los hijos de la malvada Atalía habían arruinado la casa de Dios, y también habían empleado para los Baales todas las cosas sagradas de la casa de Jehovah.
Entonces el rey dijo que hiciesen un cofre, que pusieron fuera, junto a la puerta de la casa de Jehovah.
Luego hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que trajesen a Jehovah la contribución que Moisés, siervo de Dios, había establecido para Israel en el desierto.
Entonces se regocijaron todos los jefes y todo el pueblo, y traían sus contribuciones y las echaban en el cofre, hasta llenarlo.
Y sucedía que cuando llegaba el tiempo para llevar el cofre al oficial del rey por medio de los levitas, y cuando veían que había mucho dinero, el escriba del rey y el oficial del sumo sacerdote iban y vaciaban el cofre, y lo tomaban y lo volvían a poner en su lugar. Así lo hacían a diario, y recogían mucho dinero.
Luego el rey y Joyada lo entregaban a los que hacían la obra de reparación de la casa de Jehovah. Así contrataban canteros y carpinteros para que restauraran la casa de Jehovah; igualmente trabajadores en hierro y en bronce, para que reparasen la casa de Jehovah.
Los obreros trabajaban, y la obra de restauración progresó en sus manos. Restauraron la casa de Dios a su primer estado y la reforzaron.
Cuando acabaron, llevaron al rey y a Joyada lo que quedó del dinero, y con él hicieron utensilios para la casa de Jehovah: utensilios para el servicio y para ofrecer holocaustos, cucharas y utensilios de oro y de plata. Continuamente ofrecían holocaustos en la casa de Jehovah, todos los días de Joyada.
Entonces Joyada envejeció y murió lleno de años. Tenía 130 años cuando murió,
y lo sepultaron en la Ciudad de David, junto con los reyes, porque había hecho bien en Israel para con Dios y su casa.
Después de la muerte de Joyada vinieron los jefes de Judá y se postraron ante el rey, y el rey los escuchó.
Entonces abandonaron la casa de Jehovah, Dios de sus padres, y rindieron culto a los árboles rituales de Asera y a los ídolos. Y la ira de Dios vino contra Judá y contra Jerusalén, a causa de esta culpa suya.
Sin embargo, les envió profetas para que los hiciesen volver a Jehovah; y éstos les amonestaron, pero ellos no escucharon.
Entonces el Espíritu de Dios invistió a Zacarías, hijo del sacerdote Joyada, quien se puso de pie donde estaba más alto que el pueblo y les dijo: —Así ha dicho Dios: “¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehovah? No prosperaréis; porque por haber abandonado a Jehovah, él también os abandonará.”
Pero ellos conspiraron contra él, y por mandato del rey lo apedrearon en el atrio de la casa de Jehovah.
El rey Joás no se acordó de la bondad que Joyada, padre de Zacarías, había mostrado con él. Más bien, mató a su hijo, quien dijo al morir: “¡Jehovah lo vea y lo demande!”
Aconteció que al año siguiente subió contra él el ejército de Siria. Vinieron a Judá y a Jerusalén, destruyeron de entre la población a todos los magistrados del pueblo y enviaron todo su botín al rey en Damasco.
Aunque el ejército de Siria había venido con poca gente, Jehovah entregó en su mano un ejército muy numeroso, porque habían abandonado a Jehovah, Dios de sus padres. Así ejecutaron juicio contra Joás.
Cuando los sirios se alejaron de él, lo dejaron gravemente enfermo. Después conspiraron contra él sus servidores, a causa de la sangre del hijo del sacerdote Joyada. Lo hirieron de muerte en su cama, y murió. Y lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes.
Los que conspiraron contra él fueron Zabad, hijo de Simeat la amonita, y Jozabad, hijo de Simrit la moabita.
Lo referente a sus hijos, a las muchas profecías acerca de él y a la restauración de la casa de Jehovah, he aquí que está escrito en la historia del libro de los reyes. Y su hijo Amasías reinó en su lugar.
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