Adonías usurpa el trono
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Entonces Adonías, hijo de Haguit, se enalteció diciendo: “¡Yo seré rey!” Y se consiguió un carro, jinetes y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
En toda su vida, su padre no le había contrariado diciéndole: “¿Por qué has actuado así?” El era también de muy buena presencia y había nacido después de Absalón.
Adonías tenía tratos con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar. Ellos respaldaban a Adonías;
pero el sacerdote Sadoc, Benaías hijo de Joyada, el profeta Natán, Simei, Rei y los valientes que tenía David no seguían a Adonías.
Adonías mató ovejas, vacas y ganado engordado junto a la peña de Zojélet, que está cerca de En-rogel; e invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, servidores del rey.
Pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a los valientes, ni a su hermano Salomón.
Entonces Natán habló a Betsabé, madre de Salomón, diciendo: —¿No has oído que reina Adonías, hijo de Haguit, sin que lo sepa nuestro señor David?
Ahora pues, ven, déjame darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón:
Vé, entra a la presencia del rey David y dile: “Mi señor el rey, ¿no has jurado tú a tu sierva diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿Por qué, pues, reina Adonías?”
Mientras tú aún estés allí hablando con el rey, he aquí que yo entraré detrás de ti y confirmaré tus palabras.
Entonces Betsabé entró en el dormitorio del rey. El rey era muy anciano, y Abisag la sunamita le servía.
Betsabé se inclinó y se postró ante el rey, y éste preguntó: —¿Qué quieres?
Ella le respondió: —Señor mío, tú has jurado a tu sierva por Jehovah tu Dios: “Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono.”
Pero ahora, he aquí que reina Adonías; y tú, mi señor el rey, no lo sabes.
El ha matado numerosos bueyes, ganado engordado y ovejas; ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército; pero no ha invitado a tu siervo Salomón.
Ahora bien, oh mi señor el rey, los ojos de todo Israel están puestos en ti, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey, después de él.
De otra manera, acontecerá que cuando mi señor el rey repose con sus padres, mi hijo Salomón y yo seremos tenidos por culpables.
Y he aquí, mientras ella todavía hablaba con el rey, llegó el profeta Natán.
E informaron al rey diciendo: —El profeta Natán está aquí. Cuando él entró a la presencia del rey, se postró a tierra sobre su rostro ante el rey.
Entonces dijo Natán: —Mi señor el rey, ¿has dicho tú: “Adonías reinará después de mí, y él se sentará en mi trono”?
Porque hoy ha descendido y ha matado numerosos bueyes, ganado engordado y ovejas. Ha invitado a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar. He aquí, ellos están comiendo y bebiendo ante él, y han dicho: “¡Viva el rey Adonías!”
Pero no me ha invitado a mí, tu siervo; ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaías hijo de Joyada, ni a tu siervo Salomón.
¿Ha sido ordenado este asunto por mi señor el rey, sin haber informado a tu siervo quién se habría de sentar en el trono de mi señor el rey, después de él?