Pacto de Dios con David

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Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Samuel > Pacto de Dios con David (10:7:1 - 10:7:29)

Aconteció que cuando el rey habitaba ya en su casa, y Jehovah le había dado descanso de todos sus enemigos en derredor,

el rey dijo al profeta Natán: —Mira; yo habito en una casa de cedro, mientras que el arca de Dios habita en una tienda.

Y Natán dijo al rey: —Anda, haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehovah está contigo.

Pero aconteció que aquella noche vino la palabra de Jehovah a Natán, diciendo:

“Vé y di a mi siervo David que así ha dicho Jehovah: ¿Me edificarás tú una casa en la que yo habite?

Ciertamente yo no he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los hijos de Israel de Egipto, hasta el día de hoy. Más bien, he estado peregrinando en una tienda y en un tabernáculo.

Dondequiera que he peregrinado con todos los hijos de Israel, ¿acaso he dicho una palabra a alguna de las tribus de Israel a la que yo comisioné para apacentar a mi pueblo Israel, preguntando: ¿Por qué no me habéis edificado una casa de cedro?

“Ahora pues, dirás a mi siervo David que así ha dicho Jehovah de los Ejércitos: Yo te tomé del prado, de detrás del rebaño, para que fueras el soberano de mi pueblo Israel.

He estado contigo por dondequiera que has andado. He eliminado a todos tus enemigos de tu presencia, y haré que tu nombre sea grande, como el nombre de los grandes de la tierra.

Asimismo, dispondré un lugar para mi pueblo Israel, y lo plantaré para que habite en su lugar sin que sea molestado más, ni los inicuos vuelvan a afligirlo como al comienzo,

desde el día en que constituí jueces sobre mi pueblo Israel. Y yo te daré descanso de todos tus enemigos. “Además, Jehovah te declara que Jehovah te hará casa a ti.

Cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo levantaré después de ti a un descendiente tuyo, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino.

El edificará una casa a mi nombre, y yo estableceré el trono de su reino para siempre.

Yo seré para él, padre; y él será para mí, hijo. Cuando haga mal, yo le corregiré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombre.

Pero no quitaré de él mi misericordia, como la quité de Saúl, al cual quité de tu presencia.

Tu casa y tu reino serán firmes para siempre delante de mí, y tu trono será estable para siempre.”

Natán habló a David conforme a todas estas palabras y conforme a toda esta visión.

Entonces entró el rey David, se sentó delante de Jehovah y dijo: “Oh Señor Jehovah, ¿quién soy yo, y qué es mi casa para que me hayas traído hasta aquí?

Y aun esto te ha parecido poco, oh Señor Jehovah, pues también has hablado del futuro de la casa de tu siervo. ¿Se comporta de esta manera el hombre, oh Señor Jehovah?

¿Qué más puede añadir David al hablar contigo? Pues tú conoces a tu siervo, oh Señor Jehovah.

Por causa de tu palabra y conforme a tu corazón, has realizado toda esta gran cosa para darla a conocer a tu siervo.

Por tanto, tú eres grande, oh Jehovah Dios; porque no hay nadie como tú, ni hay Dios aparte de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.

“¿Y qué otra nación hay en la tierra como tu pueblo Israel, al cual Dios fue para rescatarlo como pueblo para sí, a fin de darse renombre y hacer a favor de él hechos grandes y temibles, al expulsar las naciones y sus dioses ante tu pueblo que rescataste para ti de Egipto?

Has establecido para ti a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre; y tú, oh Jehovah, has llegado a ser su Dios.

“Ahora pues, oh Jehovah Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado acerca de tu siervo y de su casa, y haz tal como has dicho.

Sea engrandecido tu nombre para siempre, a fin de que se diga: Jehovah de los Ejércitos es Dios de Israel. Que la casa de tu siervo David sea estable delante de ti;

porque tú, oh Jehovah de los Ejércitos, Dios de Israel, lo has revelado al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa a ti. Por esto, tu siervo ha hallado valor en su corazón para dirigirte esta oración.

Ahora pues, oh Señor Jehovah, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y has prometido este bien a tu siervo.

Y ahora, ten a bien bendecir la casa de tu siervo, a fin de que permanezca para siempre delante de ti. Porque tú lo has prometido, oh Señor Jehovah, y con tu bendición la casa de tu siervo será bendita para siempre.”




David extiende sus dominios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Samuel > David extiende sus dominios (10:8:1 - 10:8:14)

Aconteció después de esto que David derrotó a los filisteos y los sometió. Entonces David tomó Meteg-haamá de mano de los filisteos.

También derrotó a los moabitas y los midió con cordel. Los hizo tenderse en el suelo y midió dos cordeles para que murieran y un cordel entero para que vivieran. Los moabitas fueron hechos siervos de David y le llevaban tributo.

También derrotó David a Hadad-ezer hijo de Rejob, rey de Soba, cuando éste iba a establecer su dominio hasta el río Eufrates.

David le capturó 1.700 jinetes y 20.000 hombres de infantería. Y desjarretó David todos los caballos de los carros, pero dejó de ellos los de 100 carros.

Los sirios de Damasco fueron para ayudar a Hadad-ezer, rey de Soba; y David hirió a 22.000 hombres de los sirios.

Después David instaló puestos militares entre los sirios de Damasco. Así llegaron los sirios a ser siervos de David y le llevaban tributo. Y Jehovah daba la victoria a David por dondequiera que iba.

David tomó los escudos de oro que llevaban los servidores de Hadad-ezer y los trajo a Jerusalén.

Asimismo, el rey David tomó gran cantidad de bronce de Beta y de Berotai, ciudades de Hadad-ezer.

Cuando Toi, rey de Hamat, oyó que David había derrotado a todo el ejército de Hadad-ezer,

Toi envió a su hijo Joram al rey David para saludarlo y felicitarlo por haber combatido contra Hadad-ezer y por haberlo derrotado, porque Toi estaba en guerra con Hadad-ezer. Joram llevó consigo objetos de plata, de oro y de bronce,

que el rey David también consagró a Jehovah, junto con la plata y el oro que había consagrado de todas las naciones que había conquistado:

de Edom, de Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos, de Amalec y del botín de Hadad-ezer hijo de Rejob, rey de Soba.

David adquirió renombre cuando regresó de derrotar a 18.000 hombres de Edom en el Valle de la Sal.

El instaló puestos militares en Edom; por toda Edom instaló puestos militares, y todos los edomitas llegaron a ser siervos de David. Y Jehovah daba la victoria a David por dondequiera que iba.




Oficiales de David

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Samuel > Oficiales de David (10:8:15 - 10:8:18)

David reinaba sobre todo Israel, y practicaba David el derecho y la justicia con todo su pueblo.

Joab, hijo de Sarvia, estaba al mando del ejército. Josafat hijo de Ajilud era el cronista.

Sadoc hijo de Ajitob y Ajimelec hijo de Abiatar eran los sacerdotes. Seraías era el escriba.

Benaías hijo de Joyada estaba al mando de los quereteos y de los peleteos. Y los hijos de David eran sacerdotes.




Bondad de David hacia Mefi-boset

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Enviado por maria

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Samuel > Bondad de David hacia Mefi-boset (10:9:1 - 10:9:13)

Entonces David preguntó: —¿Hay todavía alguno que haya quedado de la casa de Saúl, a quien yo muestre bondad por amor a Jonatán?

Había un siervo de la casa de Saúl que se llamaba Siba, al cual llamaron a la presencia de David. Y el rey le preguntó: —¿Eres tú Siba? El respondió: —Tu siervo soy.

El rey le preguntó: —¿No queda nadie de la casa de Saúl a quien yo pueda mostrar la bondad de Dios? Siba respondió al rey: —Aún queda un hijo de Jonatán, lisiado de ambos pies.

Entonces le preguntó el rey: —¿Dónde está? Siba respondió al rey: —He aquí que está en la casa de Maquir hijo de Amiel, en Lo-debar.

El rey David envió a traerlo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lo-debar.

Entonces Mefiboset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, vino a David, y cayendo sobre su rostro se postró. David le dijo: —¿Mefiboset? Y él respondió: —He aquí tu siervo.

David le dijo: —No tengas temor, porque ciertamente yo te mostraré bondad por amor a tu padre Jonatán. Te devolveré todas las tierras de tu padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa.

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Enviado por maria

El se postró y preguntó: —¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?

Entonces el rey llamó a Siba, siervo de Saúl, y le dijo: —Yo he dado al hijo de tu señor todo lo que pertenecía a Saúl y a toda su casa.

Labrarás para él la tierra, tú, tus hijos y tus siervos, y almacenarás los productos para que el hijo de tu señor tenga provisiones. Pero Mefiboset, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa. Siba tenía quince hijos y veinte siervos.

Y Siba respondió al rey: —Tu siervo hará conforme a todo lo que mande mi señor el rey a su siervo. Y Mefiboset comía a la mesa de David como uno de los hijos del rey.

Mefiboset tenía un hijo pequeño que se llamaba Micaías. Todos los que habitaban en la casa de Siba eran siervos de Mefiboset.

Pero Mefiboset habitaba en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey. El era cojo de ambos pies.




Derrotas de amonitas y sirios

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Libros Históricos > Segundo Libro de Samuel > Derrotas de amonitas y sirios (10:10:1 - 10:10:19)

Después de esto aconteció que murió el rey de los hijos de Amón, y su hijo Hanún reinó en su lugar.

Entonces David pensó: “Mostraré bondad a Hanún hijo de Najas, como su padre mostró bondad conmigo.” David envió a sus servidores para darle el pésame por la muerte de su padre. Pero cuando los servidores de David llegaron a la tierra de los hijos de Amón,

los jefes de los hijos de Amón dijeron a Hanún, su señor: “¿Te parece que David está honrando a tu padre, porque te ha enviado personas que te den el pésame? ¿No te habrá enviado David a sus servidores para reconocer y espiar la ciudad a fin de destruirla?”

Entonces Hanún tomó a los servidores de David, les rapó la mitad de su barba, cortó sus vestidos por la mitad, hasta sus nalgas, y los despidió.

Le informaron a David, y él envió a encontrarles, porque los hombres estaban sumamente avergonzados. El rey mandó que les dijeran: “Permaneced en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volved.”

Al ver los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, los hijos de Amón enviaron a tomar a sueldo a los sirios de Bet-rejob y a los sirios de Soba, 20.000 hombres de infantería; del rey de Maaca, 1.000 hombres; y de Istob, 12.000 hombres.

Cuando David oyó esto, envió a Joab con todo el ejército de los valientes.

Los hijos de Amón salieron y dispusieron la batalla a la entrada de la ciudad, mientras que los sirios de Soba, de Rejob, de Istob y de Maaca estaban aparte, en el campo.

Al ver Joab que el frente de batalla estaba delante y detrás de él, eligió a algunos de entre todos los escogidos de Israel y dispuso sus escuadrones para enfrentar a los sirios.

Puso al resto de la gente bajo el mando de su hermano Abisai, quien dispuso sus escuadrones para enfrentar a los hijos de Amón.

Y Joab dijo: “Si los sirios son más fuertes que yo, tú me darás auxilio; pero si los hijos de Amón son más fuertes que tú, yo iré a auxiliarte.

Esfuérzate, y luchemos valientemente por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios; y que Jehovah haga lo que le parezca bien.”

Entonces se acercó Joab, con la gente que estaba con él, para combatir contra los sirios; pero éstos huyeron ante él.

Al ver que los sirios habían huido, los hijos de Amón también huyeron ante Abisai y entraron en la ciudad. Entonces Joab dejó de atacar a los hijos de Amón y volvió a Jerusalén.

Los sirios, al verse derrotados por Israel, se volvieron a reunir.

Hadad-ezer envió a traer a los sirios que estaban al otro lado del Río. Estos llegaron a Helam teniendo al frente de ellos a Sobac, jefe del ejército de Hadad-ezer.

Cuando se le informó a David, éste reunió a todo Israel; y cruzando el Jordán, llegó a Helam. Los sirios dispusieron sus escuadrones para enfrentarse con David, y combatieron contra él.

Pero los sirios huyeron ante Israel, y David mató de los sirios a 700 hombres de los carros y a 40.000 jinetes. También hirió a Sobac, jefe del ejército sirio, quien murió allí mismo.

Al ver todos los reyes vasallos de Hadad-ezer que habían sido derrotados por Israel, hicieron la paz con Israel y le sirvieron. Y los sirios tuvieron miedo de volver a socorrer a los hijos de Amón.