Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Deuteronomio > Los años en el desierto (5:2:1 - 5:2:25)
“Entonces nos volvimos y partimos hacia el desierto, rumbo al mar Rojo, como Jehovah me había dicho; y rodeamos por muchos días la región montañosa de Seír.
Y Jehovah me habló diciendo:
Bastante tiempo habéis rodeado estos montes; dirigíos hacia el norte.
Manda al pueblo diciendo: Cuando vosotros paséis por el territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír, ellos tendrán miedo de vosotros. Pero guardaos mucho;
no contendáis con ellos. Yo no os daré de su tierra, ni aun la huella de la planta de un pie, porque he dado a Esaú como posesión la región montañosa de Seír.
Les compraréis con dinero los alimentos que comáis. También, adquiriréis de ellos con dinero el agua que bebáis.
Jehovah tu Dios te ha bendecido en toda la obra de tus manos. El conoce tu caminar por este gran desierto. Jehovah tu Dios ha estado contigo estos cuarenta años, y ninguna cosa te ha faltado.
“Pasamos de largo a nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír, por el camino del Arabá de Eilat y de Ezión-geber, y cambiando de dirección nos dirigimos rumbo al desierto de Moab.
Entonces Jehovah me dijo: No molestes a Moab ni contiendas con ellos, porque no te daré posesión en su tierra. He dado Ar como posesión a los hijos de Lot.
(Los emitas habitaron allí antes. Estos eran un pueblo grande y numeroso; eran altos como los anaquitas.
Ellos, como los anaquitas, también eran considerados como refaítas, pero los moabitas los llamaban emitas.
También los horeos habitaban antes en Seír, pero los hijos de Esaú los desalojaron y los destruyeron delante de ellos. Luego habitaron en su lugar, así como ha hecho Israel en la tierra de su posesión que Jehovah les ha dado.)
Levantaos, pues, y cruzad el arroyo de Zered. “Así cruzamos el arroyo de Zered.
El tiempo que anduvimos desde Cades-barnea hasta que cruzamos el arroyo de Zered fue de treinta y ocho años, hasta que se acabó toda la generación de hombres de guerra de en medio del campamento, como Jehovah les había jurado.
La mano de Jehovah también estuvo contra ellos para destruirlos de en medio del campamento, hasta acabarlos.
“Aconteció que cuando finalmente murieron todos los hombres de guerra de entre el pueblo,
Jehovah me habló diciendo:
Tú pasarás hoy por el territorio de Moab, es decir, de Ar,
y te acercarás a los hijos de Amón. Pero no los molestes ni contiendas con ellos, porque no te he de dar posesión en la tierra de los hijos de Amón. La he dado como posesión a los hijos de Lot.
(También esta tierra fue considerada tierra de los refaítas. En otro tiempo habitaron en ella los refaítas, pero los amonitas los llamaban zomzomeos.
Estos eran un pueblo grande y numeroso; eran altos como los anaquitas. A éstos destruyó Jehovah delante de los amonitas que les sucedieron y habitaron en su lugar,
como hizo también con los horeos, a los cuales destruyó delante de los hijos de Esaú que habitan en Seír, quienes sucedieron a aquéllos y habitaron en su lugar, hasta el día de hoy.
De la misma manera, los caftoreos que habían salido de Caftor destruyeron a los aveos que vivían en aldeas hasta Gaza, y habitaron en su lugar.)
Levantaos, partid y cruzad el río Arnón. Mira, yo he entregado en tu mano a Sejón el amorreo, rey de Hesbón, y su tierra. Comienza a tomar posesión de ella y contiende con él en guerra.
Hoy comenzaré a infundir miedo y temor de ti entre los pueblos debajo de todo el cielo. Ellos oirán tu fama, y temblarán y se estremecerán a causa de ti.