Ley sobre los testigos y sobre el rescate

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Números > Ley sobre los testigos y sobre el rescate (4:35:29 - 4:35:34)

“Estas cosas os servirán de estatuto legal a través de vuestras generaciones, en todo lugar donde viváis.

Cuando alguien mata a una persona, por el testimonio de testigos se dará muerte al asesino. Pero un solo testigo no bastará para que se sentencie a una persona a morir.

“No aceptaréis rescate por la vida del asesino que está condenado a muerte; morirá irremisiblemente.

Tampoco aceptaréis rescate por el que ha huido a su ciudad de refugio, para permitirle que vuelva a vivir en su propia tierra antes de la muerte del sumo sacerdote.

“No profanaréis la tierra donde estéis, porque la sangre humana profana la tierra. No se puede hacer expiación por la tierra, debido a la sangre que fue derramada en ella, sino por medio de la sangre del que la derramó.

No contaminaréis, pues, la tierra donde habitáis y en medio de la cual yo habito; porque yo, Jehovah, habito en medio de los hijos de Israel.”




Ley del casamiento de las herederas

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Números > Ley del casamiento de las herederas (4:36:1 - 4:32:30)

Los jefes de las casas paternas del clan de los hijos de Galaad hijo de Maquir, hijo de Manasés, de los clanes de los hijos de José, se acercaron para hablar ante Moisés y ante los dirigentes de las casas paternas de los hijos de Israel.

Y dijeron: —Jehovah mandó a mi señor dar la tierra por sorteo, como heredad a los hijos de Israel. También mandó Jehovah a mi señor dar la heredad de nuestro hermano Zelofejad a sus hijas.

Pero si éstas se llegan a casar con miembros de otras tribus de los hijos de Israel, la heredad de ellas será quitada de la heredad de nuestros padres y añadida a la heredad de la tribu a la cual ellas pasen a pertenecer. De este modo, esta porción será quitada de nuestra heredad,

y cuando llegue el jubileo para los hijos de Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu de sus maridos. Así su heredad será quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres.

Entonces Moisés mandó a los hijos de Israel, conforme al mandato de Jehovah, diciendo: —La tribu de los hijos de José tiene razón en lo que dice.

Esto es lo que ha mandado Jehovah acerca de las hijas de Zelofejad, diciendo: “Cásense con quienes ellas quieran; sólo que se casen dentro del clan de la tribu de su padre.

Así la heredad de los hijos de Israel no pasará de tribu en tribu, porque cada uno de los hijos de Israel se mantendrá ligado a la heredad de la tribu de sus padres.

Cualquier hija que posea una heredad en alguna de las tribus de los hijos de Israel deberá casarse con alguno del clan de la tribu de su padre, para que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de sus padres.

Así la heredad no pasará de una tribu a otra, porque cada una de las tribus de los hijos de Israel se mantendrá ligada a su heredad.”

Entonces las hijas de Zelofejad hicieron conforme a lo que Jehovah había mandado a Moisés.

Majla, Tirsa, Hogla, Milca y Noa, hijas de Zelofejad, se casaron con los hijos de sus tíos.

Se casaron dentro de los clanes de los hijos de Manasés hijo de José. De esta manera, su heredad quedó en la tribu del clan de su padre.

Estos son los mandamientos y decretos que Jehovah mandó a los hijos de Israel por medio de Moisés en las llanuras de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó.

Por eso—dijeron—, si hemos hallado gracia ante tus ojos, sea dada esta tierra a tus siervos como posesión; no nos hagas cruzar el Jordán.

Entonces se encendió el furor de Jehovah, y juró diciendo:

Porque si dejáis de ir en pos de él, él volverá otra vez a dejaros en el desierto; y destruiréis a todo este pueblo.

Entonces les respondió Moisés: —Si así lo hacéis, si os armáis para ir a la guerra delante de Jehovah,

Los hijos de Gad y los hijos de Rubén dijeron a Moisés: —Tus siervos harán como manda mi señor.

Pero si no cruzan armados con vosotros, entonces tendrán que tomar posesión entre vosotros en la tierra de Canaán.




Moisés recuerda a Israel las promesas de Jehová en Horeb

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Deuteronomio > Moisés recuerda a Israel las promesas de Jehová en Horeb (5:1:1 - 5:1:8)

Estas son las palabras que Moisés habló a todo Israel al otro lado del Jordán, en el desierto, en el Arabá frente a Suf, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Di-zahab.

Once días duró el viaje desde Horeb hasta Cades-barnea, por la ruta de la región montañosa de Seír.

El primero del mes undécimo del año 40, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todo lo que Jehovah le había mandado con respecto a ellos,

después que derrotó a Sejón, rey de los amorreos que habitaba en Hesbón, y a Og, rey de Basán que habitaba en Astarot y en Edrei.

Moisés empezó a explicar esta ley en la tierra de Moab, al otro lado del Jordán, y dijo:

“Jehovah nuestro Dios nos habló en Horeb diciendo: Bastante habéis permanecido en este monte.

Volveos, marchad e id a la región montañosa de los amorreos y a todos sus vecinos en el Arabá, en la región montañosa y en la Sefela, en el Néguev y por la costa del mar, a la tierra de los cananeos y al Líbano, hasta el gran río, el río Eufrates.

Mirad, yo he puesto la tierra delante de vosotros. Entrad y tomad posesión de la tierra que Jehovah juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a sus descendientes después de ellos.




Nombramiento de jueces

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Deuteronomio > Nombramiento de jueces (5:1:9 - 5:1:18)

“En aquel tiempo yo os hablé diciendo: Yo solo no puedo cargar con vosotros.

Jehovah vuestro Dios os ha multiplicado, y he aquí que hoy sois tan numerosos como las estrellas del cielo.

¡Jehovah, Dios de vuestros padres, os multiplique mil veces más, y os bendiga como os lo ha prometido!

Pero, ¿cómo podré llevar yo solo vuestras preocupaciones, vuestras cargas y vuestros pleitos?

Proveeos entre vuestras tribus de hombres sabios, entendidos y experimentados, para que yo los ponga como vuestros jefes.

Vosotros me respondisteis y dijisteis: Está bien hacer lo que has dicho.

Entonces tomé a los jefes de vuestras tribus, hombres sabios y experimentados, y los puse como vuestros jefes; como jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta, jefes de diez y como oficiales de vuestras tribus.

En aquel tiempo mandé a vuestros jueces diciendo: Oíd la causa de vuestros hermanos y juzgad con justicia entre un hombre y su hermano o el forastero que está con él.

No hagáis distinción de personas en el juicio; oiréis tanto al pequeño como al grande. No tengáis temor de nadie, porque el juicio es de Dios. Pero la causa que os sea difícil la traeréis a mí, y yo la oiré.

Os mandé, pues, en aquel tiempo todo lo que habíais de hacer.




Misión de los doce espías

Biblia cristiana > Antiguo Testamento > Pentateuco > Deuteronomio > Misión de los doce espías (5:1:19 - 5:1:33)

“Partimos de Horeb y fuimos por aquel desierto grande y terrible que habéis visto, dirigiéndonos a la región montañosa de los amorreos, como Jehovah nuestro Dios nos había mandado; y llegamos hasta Cades-barnea.

Entonces os dije: Habéis llegado a la región montañosa de los amorreos, la cual nos da Jehovah nuestro Dios.

Mira, Jehovah tu Dios te ha entregado la tierra que está delante de ti. Sube y tómala en posesión, como Jehovah, Dios de tus padres, te ha dicho. ¡No temas ni desmayes!

“Todos vosotros os acercasteis a mí y dijisteis: Enviemos delante de nosotros hombres que nos reconozcan la tierra y nos traigan información acerca del camino por donde hemos de ir y de las ciudades a las que habremos de llegar.

Me pareció bien lo dicho, y tomé a doce hombres de vosotros, un hombre por tribu.

Ellos se dirigieron y subieron a la región montañosa; llegaron hasta el arroyo de Escol y reconocieron la tierra.

Tomaron en sus manos muestras del fruto de la tierra y nos las trajeron. También nos dieron informes diciendo: La tierra que Jehovah nuestro Dios nos da es buena.

“Sin embargo, no quisisteis subir. Más bien, fuisteis rebeldes contra el mandato de Jehovah vuestro Dios,

y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehovah nos aborrece, nos ha sacado de la tierra de Egipto, para entregarnos en mano de los amorreos para destruirnos.

¿A dónde iremos? Nuestros hermanos han hecho desfallecer nuestros corazones diciendo: Este pueblo es más grande y más alto que nosotros. Las ciudades son grandes y fortificadas hasta el cielo, y también vimos allí a los anaquitas.

Entonces os dije: No os aterroricéis ni tengáis temor de ellos.

Jehovah, vuestro Dios, quien va delante de vosotros, él combatirá por vosotros de la manera que lo hizo por vosotros en Egipto ante vuestros propios ojos,

como también en el desierto, donde habéis visto que Jehovah vuestro Dios os ha traído, como trae un hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta que habéis llegado a este lugar.

Aun con esto no creísteis a Jehovah vuestro Dios,

quien iba delante de vosotros en el camino, con fuego de noche y con nube de día, a fin de explorar el lugar donde habíais de acampar, y para mostraros el camino a seguir.