El rico insensato

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > El rico insensato (42:12:13 - 42:12:21)

Le dijo uno de la multitud: —Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.

Y él le dijo: —Hombre, ¿quién me ha puesto como juez o repartidor sobre vosotros?

Y les dijo: —Mirad, guardaos de toda codicia, porque la vida de uno no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

Entonces les refirió una parábola, diciendo: —Las tierras de un hombre rico habían producido mucho.

Y él razonaba dentro de sí, diciendo: “¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde juntar mis productos.”

Entonces dijo: “¡Esto haré! Derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes. Allí juntaré todo mi grano y mis bienes,

y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, alégrate.”

Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿para quién será?”

Así es el que hace tesoro para sí y no es rico para con Dios.




El afán y la ansiedad

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > El afán y la ansiedad (42:12:22 - 42:12:31)

Dijo a sus discípulos: —Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.

La vida es más que el alimento, y el cuerpo es más que el vestido.

Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan, ni tienen almacenes ni graneros; y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves!

¿Quién de vosotros podrá, con afanarse, añadir un codo a su estatura?

Pues si no podéis lo que es menos, ¿por qué estáis afanosos de lo demás?

Considerad los lirios, cómo crecen. No trabajan, ni hilan; y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos.

Si Dios viste así la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada en el horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!

Vosotros, pues, no busquéis qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni estéis ansiosos.

Porque todas estas cosas busca la gente del mundo; pero vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas.

Más bien, buscad su reino, y estas cosas os serán añadidas.




Tesoro en el cielo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Tesoro en el cielo (42:12:32 - 42:12:34)

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.

Vended vuestros bienes y dad ofrendas de misericordia. Haceos bolsas que no se envejecen, un tesoro inagotable en los cielos, donde no se acerca el ladrón, ni la polilla destruye.

Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.




El siervo vigilante

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > El siervo vigilante (42:12:35 - 42:12:40)

Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas.

Y sed vosotros semejantes a los siervos que esperan a su señor cuando ha de volver de las bodas, para que le abran al instante en que llegue y llame.

Bienaventurados aquellos siervos a quienes el señor les encuentre velando cuando llegue. De cierto os digo que se ceñirá y hará que se sienten a la mesa, y viniendo les servirá.

Aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los halla así, ¡bienaventurados aquellos siervos!

Sabed que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora habría de venir el ladrón, no habría permitido que forzara la entrada a su casa.

Vosotros también estad preparados, porque a la hora que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre.




El siervo infiel

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > El siervo infiel (42:12:41 - 42:12:48)

Entonces Pedro le dijo: —Señor, ¿dices esta parábola para nosotros, o también para todos?

Y dijo el Señor: —¿Quién es, pues, el mayordomo fiel y prudente, a quien el señor pondrá sobre los de su casa para que les dé sus raciones a su debido tiempo?

Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, le encuentre haciéndolo así.

En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes.

Pero si aquel siervo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir” y comienza a golpear a los siervos y a las siervas, y a comer y a beber y a embriagarse,

vendrá el señor de aquel siervo en el día que no espera y a la hora que no sabe, y le castigará duramente y pondrá su parte con los incrédulos.

Porque aquel siervo que entendió la voluntad de su señor y no se preparó ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.

Pero el que no entendió, aunque hizo cosas dignas de azotes, recibirá pocos azotes. Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más.