Jesús en el hogar de Simón el fariseo

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Jesús en el hogar de Simón el fariseo (42:7:36 - 42:7:50)

Uno de los fariseos le pidió que comiera con él; y cuando entró en la casa del fariseo, se sentó a la mesa.

Y he aquí, cuando supo que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, una mujer que era pecadora en la ciudad llevó un frasco de alabastro con perfume.

Y estando detrás de Jesús, a sus pies, llorando, comenzó a mojar los pies de él con sus lágrimas; y los secaba con los cabellos de su cabeza. Y le besaba los pies y los ungía con el perfume.

Al ver esto el fariseo que le había invitado a comer, se dijo a sí mismo: —Si éste fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, porque es una pecadora.

Entonces, respondiendo Jesús le dijo: —Simón, tengo algo que decirte. El dijo: —Di, Maestro.

—Cierto acreedor tenía dos deudores: Uno le debía quinientos denarios, y el otro, cincuenta.

Como ellos no tenían con qué pagar, perdonó a ambos. Entonces, ¿cuál de éstos le amará más?

Respondiendo Simón dijo: —Supongo que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: —Has juzgado correctamente.

Y vuelto hacia la mujer, dijo a Simón: —¿Ves esta mujer? Yo entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; pero ésta ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos.

Tú no me diste un beso, pero desde que entré, ésta no ha cesado de besar mis pies.

Tú no ungiste mi cabeza con aceite, pero ésta ha ungido mis pies con perfume.

Por lo cual, te digo que sus muchos pecados son perdonados, puesto que amó mucho. Pero al que se le perdona poco, poco ama.

—Y a ella le dijo—: Tus pecados te son perdonados.

Los que estaban con él a la mesa comenzaron a decir entre sí: —¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?

Entonces Jesús dijo a la mujer: —Tu fe te ha salvado; vete en paz.




Mujeres que sirven a Jesús

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Mujeres que sirven a Jesús (42:8:1 - 42:8:3)

Aconteció después, que él andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios. Los doce iban con él,

y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios;

Juana, la mujer de Cuza, administrador de Herodes; Susana, y muchas otras. Ellas les servían con sus bienes.




Parábola del sembrador

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Parábola del sembrador (42:8:4 - 42:8:15)

Juntándose una gran multitud y los que de cada ciudad acudían a él, les habló por medio de una parábola:

“Un sembrador salió a sembrar su semilla. Mientras sembraba, una parte cayó junto al camino y fue pisoteada; y las aves del cielo la comieron.

Otra parte cayó sobre la roca, y cuando creció, se secó, porque no tenía humedad.

Otra parte cayó entre los espinos, y los espinos crecieron al mismo tiempo y la ahogaron.

Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando creció, llevó fruto a ciento por uno.” Hablando de estas cosas, exclamó: “El que tiene oídos para oír, oiga.”

Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola.

Y él dijo: “A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan.

“Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios.

Los de junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y quita la palabra de sus corazones, para que no crean y sean salvos.

Los de sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo. Pero éstos no tienen raíz; por un tiempo creen y en el tiempo de la prueba se apartan.

En cuanto a la parte que cayó entre los espinos, éstos son los que oyeron; pero mientras siguen su camino, son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a la madurez.

Pero en cuanto a la parte que cayó en buena tierra, éstos son los que, al oír con corazón bueno y recto, retienen la palabra oída; y llevan fruto con perseverancia.




Nada oculto que no haya de ser manifestado

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > Nada oculto que no haya de ser manifestado (42:8:16 - 42:8:18)

“Ninguno que enciende una lámpara la cubre con una vasija, o la pone debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.

Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni nada escondido que no haya de ser conocido y salir en claro.

“Mirad, pues, cómo oís; porque a cualquiera que tenga, le será dado, y a cualquiera que no tenga, aun lo que piense tener le será quitado.”




La madre y los hermanos de Jesús

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Lucas > La madre y los hermanos de Jesús (42:8:19 - 42:8:21)

Vinieron hacia él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar a él a causa de la multitud.

Entonces se le avisó: —Tu madre y tus hermanos están fuera, deseando verte.

Pero él respondiendo les dijo: —Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la hacen.