Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Marcos > El joven rico (41:10:17 - 41:10:31)
Cuando salía para continuar su camino, un hombre vino corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: —Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?
Pero Jesús le dijo: —¿Por qué me llamas “bueno”? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios.
Tú conoces los mandamientos: No cometas homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.
Pero él le dijo: —Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.
Entonces al mirarlo Jesús, le amó y le dijo: —Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven; sígueme.
Pero él, abatido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: —¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Los discípulos se asombraron por sus palabras; pero Jesús, respondiendo de nuevo, les dijo: —Hijitos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios!
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.
Pero ellos quedaron aun más atónitos diciendo entre sí: —¿Y quién podrá ser salvo?
Entonces Jesús, mirándolos, les dijo: —Para los hombres es imposible; pero no para Dios. Porque para Dios todas las cosas son posibles.
Pedro comenzó a decirle: —He aquí, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido.
Jesús le dijo: —De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa de mí y del evangelio,
que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y en la edad venidera, la vida eterna.
Pero muchos primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.