Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús acusa a escribas y fariseos (40:23:1 - 40:23:36)
Entonces habló Jesús a la multitud y a sus discípulos,
diciendo: “Los escribas y los fariseos están sentados en la cátedra de Moisés.
Así que, todo lo que os digan hacedlo y guardadlo; pero no hagáis según sus obras, porque ellos dicen y no hacen.
Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo.
Más bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Ellos ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos.
Aman los primeros asientos en los banquetes y las primeras sillas en las sinagogas,
las salutaciones en las plazas y el ser llamados por los hombres: Rabí, Rabí.
“Pero vosotros, no seáis llamados Rabí; porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis a nadie vuestro Padre en la tierra, porque vuestro Padre que está en los cielos es uno solo.
Ni os llaméis Guía, porque vuestro Guía es uno solo, el Cristo.
Pero el que es mayor entre vosotros será vuestro siervo;
porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues vosotros no entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de viudas y como pretexto hacéis largas oraciones. ¡Por esto recibiréis mayor condenación!
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito; y cuando lo lográis, le hacéis un hijo del infierno dos veces más que vosotros.
“¡Ay de vosotros, guías ciegos! Pues decís: Si uno jura por el santuario, no significa nada; pero si jura por el oro del santuario, queda bajo obligación.
¡Necios y ciegos! ¿Cuál es más importante: el oro o el santuario que santifica al oro?
O decís: Si uno jura por el altar, no significa nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre el altar, queda bajo obligación.
¡Ciegos! ¿Cuál es más importante: la ofrenda o el altar que santifica a la ofrenda?
Por tanto, el que jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que está sobre él.
Y el que jura por el santuario, jura por el santuario y por aquel que habita en él.
Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado sobre él.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque entregáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino; pero habéis omitido lo más importante de la ley, a saber, el juicio, la misericordia y la fe. Era necesario hacer estas cosas sin omitir aquéllas.
¡Guías ciegos, que coláis el mosquito pero tragáis el camello!
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso o del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.
¡Fariseo ciego! ¡Limpia primero el interior del vaso para que también el exterior se haga limpio!
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados que, a la verdad, se muestran hermosos por fuera; pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda impureza.
Así también vosotros, a la verdad, por fuera os mostráis justos a los hombres; pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,
y decís: Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
Así dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!
“¡Serpientes! ¡Generación de víboras! ¿Cómo os escaparéis de la condenación del infierno?
Por tanto, mirad; yo os envío profetas, sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad,
de manera que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el santuario y el altar.
De cierto os digo, que todo esto recaerá sobre esta generación.