La levadura de los fariseos

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La levadura de los fariseos (40:16:5 - 40:16:12)

Cuando los discípulos cruzaron a la otra orilla, se olvidaron de tomar consigo pan.

Entonces Jesús les dijo: —Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.

Ellos discutían entre sí, diciendo: —Es porque no trajimos pan.

Pero como Jesús lo entendió, les dijo: —¿Por qué discutís entre vosotros que no tenéis pan, hombres de poca fe?

¿Todavía no entendéis, ni os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres, y cuántas canastas recogisteis?

¿Ni tampoco de los siete panes para los cuatro mil y cuántas cestas recogisteis?

¿Cómo es que no entendéis que no os hablé del pan? ¡Pero guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos!

Entonces entendieron que no les habló de guardarse de la levadura del pan, sino más bien de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.




La confesión de Pedro

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La confesión de Pedro (40:16:13 - 40:16:20)

Cuando llegó Jesús a las regiones de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: —¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Ellos dijeron: —Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o uno de los profetas.

Les dijo: —Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Respondió Simón Pedro y dijo: —¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!

Entonces Jesús respondió y le dijo: —Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos.

Entonces mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.




Jesús anuncia su muerte (San Mateo)

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús anuncia su muerte (40:16:21 - 40:16:28)

Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que le era preciso ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.

Pedro le tomó aparte y comenzó a reprenderle diciendo: —Señor, ten compasión de ti mismo. ¡Jamás te suceda esto!

Entonces él volviéndose, dijo a Pedro: —¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí la hallará.

Pues, ¿de qué le sirve al hombre si gana el mundo entero y pierde su alma? ¿O qué dará el hombre en rescate por su alma?

Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a sus hechos.

De cierto os digo que hay algunos que están aquí, que no probarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.




La transfiguración

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > La transfiguración (40:17:1 - 40:17:13)

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y les hizo subir aparte a un monte alto.

Y fue transfigurado delante de ellos. Su cara resplandeció como el sol, y sus vestiduras se hicieron blancas como la luz.

Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

Entonces intervino Pedro y dijo a Jesús: —Señor, bueno es que nosotros estemos aquí. Si quieres, yo levantaré aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Mientras él aún hablaba, de pronto una nube brillante les hizo sombra, y he aquí salió una voz de la nube diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. A él oíd.”

Al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus rostros y temieron en gran manera.

Entonces Jesús se acercó, los tocó y dijo: —Levantaos y no temáis.

Y cuando ellos alzaron los ojos, no vieron a nadie sino a Jesús mismo, solo.

Mientras ellos descendían del monte, Jesús les mandó, diciendo: —No mencionéis la visión a nadie, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Entonces los discípulos le preguntaron diciendo: —¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

Y respondiendo dijo: —A la verdad, Elías viene y restaurará todas las cosas.

Pero yo os digo que Elías ya vino, y no le reconocieron; más bien, hicieron con él todo lo que quisieron. Así también el Hijo del Hombre ha de padecer de ellos.

Entonces los discípulos entendieron que les hablaba de Juan el Bautista.




Jesús sana a un muchacho lunático

Biblia cristiana > Nuevo Testamento > Evangelios > San Mateo > Jesús sana a un muchacho lunático (40:17:14 - 40:17:21)

Cuando llegaron a la multitud, vino a él un hombre y se arrodilló delante de él,

diciendo: —¡Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático y padece gravemente. Pues muchas veces cae en el fuego, y muchas veces en el agua.

Lo traje a tus discípulos, y no le pudieron sanar.

Jesús respondió y dijo: —¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os soportaré? Traédmelo acá.

Jesús le reprendió, y el demonio salió de él; y el niño fue sanado desde aquella hora.

Luego, los discípulos se acercaron en privado a Jesús y le dijeron: —¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?

Jesús les dijo: —Por causa de vuestra poca fe. Porque de cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí, allá”; y se pasará. Nada os será imposible.

Pero este género de demonio sale sólo con oración y ayuno.